lunes, 3 de agosto de 2009

Un buen día



Voy a romper las ventanas para que lluevan cristales, ven a romper las ventanas, ven a gritar como antes, ven a romper las ventanas y a hacer del caos un arte, voy a romper tus ventanas y voy a entrar como el aire ... me despierto escuchando a Love of Lesbian.
Me despierto cansada, despertarse cansada no tiene sentido, se supone que se duerme para descansar y que uno tiene que abrir los ojos por la mañana con ganas de comerse el mundo, o al menos de no dejar que el mundo te coma a tí.
Yo cuando me despierto tengo ganas de rebobinar unas cuantas horas, de volver a intentarlo, de descansar de verdad, pero como eso no puede ser me pongo a pensar, a pensar sin rumbo, a pensar sin dirección, simplemente a pensar ... para nada, porque cada vez me sirve de menos pensar ... entonces doy un salto y paso de los pensamientos a los recuerdos, y en el mundo de los recuerdos me entretengo un buen rato, y en mi cabeza se empiezan a mezclar sonrisas, lágrimas, personas, viajes, lugares, días y noches, y me entra la nostalgia, la nostalgia de aquellos días en los que la energía desbordada era la protagonista de mi historia, de aquellos días en los que literalmente me comía el mundo, cuando las cicatrices eran pequeñas y casi imperceptibles ... Y entre recuerdos vuelve el sueño, y cuando vuelve el sueño aparecen mis hijos en forma de revolución, gritando, saltando, desbordando energía, éso sí que es energía. Es mi energía reencarnada en niño y niña. Y así empieza el día, con una mezcla de energías, y compensando las de unos con las de los otros nos disponemos hoy a disfrutar de un día de verano y nos vamos a la playa. Y en la playa hemos pasado todo el día. Y en la playa nos hemos reunido con Bárbara, Jesús and sons. Es increíble que en Madrid vivamos a menos de un kilómetro y nos tengamos que ver en Santander.
En Madrid tienes que quedar con la gente con muchos días de antelación. En Madrid es muy fácil que una de las partes tenga que anular la cita acordada con muchos días de antelación. En Madrid pasan las semanas, pasan los meses y seguimos diciéndonos a través del teléfono, 'a ver cuándo quedamos', 'nos tenemos que ver sin falta'. En Madrid entre el trabajo, los desplazamientos, los compromisos ineludibles y la vida social infantil, casi no te queda tiempo para ver a tus amigos, y cuando te queda a tí, no les queda a ellos, o les queda a varios a la vez y tienes que elegir a quien ver, y si no te pones de acuerdo con tu compañero de fatigas al final pasas de unos, pasas de otros y te vas al cine. Y así pasa el tiempo y seguimos diciéndonos entre todos, 'nos tenemos que ver sin falta un día de estos', y entonces yo digo, 'este finde no puedo que tengo ..., el otro, vale?', 'no el otro yo no puedo que me voy a ..., el siguiente ?', 'no el siguiente yo no puedo que viene ...', y así sucesivamente hasta que llega el verano y mira tú por dónde nos reunimos en la segunda playa del Sardinero, relajados, contentos, con ganas de vernos ... y relajados y contentos nos vamos a cenar después de un baño en el mar, y relajados y contentos pagamos la factura de la cena, que nos parece de risa, y comentamos lo caro que es Madrid (siempre comentamos lo mismo y calculamos cuánto más hubiesemos pagado allí por lo mismo, nos hace sentirnos bien, es simple pero es así) y relajados y contentos nos despedimos ¡hasta pronto!. Es agradable reunirse con los buenos amigos, esos que siempre están ahí, a pesar de que el día a día no nos deja disfrutar de nuestra mutua compañía. Sin embargo, en los momentos difíciles (concretamente en mis momentos difíciles) la amistad se impuso sobre el agobiante día a día.
Hoy ha sido un buen día, un día tranquilo, de sol y mar, de arena y música, de olas y cerveza, de canciones compartidas, de helados derretidos, de juegos sin juguetes, de risas contagiosas ... Hoy mi cansancio se ha aliviado ecuchando a Love of Lesbian sobre la arena, ayer necesité una coca-cola para resistir de pie mientras Bruno participaba en la XIX Milla Urbana de Polanco, ayer estaba excesivamente baja de fuerzas (cualquier día de étos me atrevo con el Red Bull). Y Bruno participó en la milla por tercer año consecutivo, y mejoró su marca, y corrió con zapatos, porque se nos olvidaron en Madrid las zapatillas de deporte, y nos dimos cuenta a última hora, pero no parece que le importara mucho, mientras los demás iban ataviados con sus equipos de atletas al uso, Bruno se subió al podio vestido de skater y con zapatos (mea culpa). Da igual, volvió a casa encantado con su trofeo. El año que viene le disfrazo de Sebastian Coe.
Ayer también fue un buen día, un día de desayunos junto al mar, un día de amigos de esos que perdurarán en el tiempo porque así está escrito y así nos ha sido revelado, un día de maratón, de correr y correr, de compartir coches, de conducir porque "me gusta conducir", de siestas, ayer también fue un buen día ...

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