viernes, 28 de noviembre de 2008

Me gustan los Starbucks


Hoy voy a escribir sobre un tema de nula trascendencia, porque estoy un poco cansada de tanto hospital, tanto bajón, tanto yo que sé, así que hoy voy a contar por qué me gustan los Starbucks !

Ya se que no queda muy bien decir que te gustan los Starbucks, pero a mí ... me molan porque el café está buenísimo, los frapuchinos me flipan, porque yo tardo horas y horas en tomarme un café, así que me encanta llevármelo conmigo a todas partes en esos vasos taaaan grandes, y si quiero tomarlo allí porque tengo tiempo, lo hago con toda tranquilidad en un supercómodo sillón con vistas a la calle, que te permite cotillear un buen rato, o leer, o enchufar tu ordenador a internet, o simplemente estar y escuchar una música, que casi siempre es agradable, y es muy "Friends" and I love "Friends".

Me gusta porque los sandwiches están muy ricos y no te digo nada las tartas y brownies, hmmmm, especialmente la de chocolate con naranja ! Los zumos son superbuenos, aunque todo es supercaro, pero ... qué no es caro hoy ? Me gusta que tengan leche de soja, porque yo bebo leche de soja.

Y especialmente me gusta la amabilidad con que te tratan los camareros, sí ya se que es política de empresa yankee y tal, pero a mi me gusta que me sonrían, que sean amables, y que me digan que pase un buen día (aunque lo que les apetezca sea mandarte a freir esparragos). Estoy harta de las caras largas y el desprecio de muchos camareros y dependientes de Madrid.

Y además hay Starbucks en cada esquina !!!!

Y por todo eso, a mí, me gustan los Starbucks. Aunque me sigue encantando el quedar con los buenos amigos en el Café Comercial de la glorieta de Bilbao.


PS. Pancho, quedamos a tomar un café ? Tú eliges sitio.

lunes, 24 de noviembre de 2008

... Y ahora qué ?

Desde hace más o menos un año mi vida ha ido por etapas, primero pasé por la etapa de qué mal me encuentro, no sé lo que me pasa y no puedo ni con el bolso, después pasé por la etapa de casi la palmo, me faltó nada pero sobreviví (y es que en el fondo aunque yo no lo quiera creer, soy fuerte, me lo han repetido tantas veces, que al final lo he aceptado : soy fuerte), luego pasé por la etapa de la UCI, en la que viví unos días muerta de miedo pero sedada y practicamente sin dolor, luego pasé por la fase de habitación de hospital con miles de enfermeras entrando y saliendo, con médicos entrando y saliendo, con mi familia entrando y saliendo, con Pepe atendiendo las visitas que yo no podía o quería atender, con el teléfono sonando cada dos por tres, con el inicio de la larga lista de pruebas que me tuvieron que hacer, sube y baja todo el día en esos malditos ascensores para camas que parecían un iglú, ahora una prueba, ahora otra, con la comida que pretendían que comiese cuando casi no podía beber ni agua, juro que nunca más volveré a probar una gelatina de fresa ni de ningún otro sabor aghhhhhhhh, nunca lo hubiera pensado pero en la habitación eché de menos la UCI, allí levantaba una mano y me pinchaban analgésico al instante, en la habitación las enfermeras se hacian desear y cuando entraban con el calmante yo ya había pasado algunos largos ratos de dolor en los que me retorcía literalmente en la cama, un médico que me atendió en uno de esos ataques me reconoció que no se podía explicar como podía realizar semejantes contorsiones con el pedazo de cicatriz que tenía en mitad del abdomen, ni yo misma lo sé, sólo sé que me dolía mucho, mucho, mucho el estómago o lo que fuera que me doliese.
Y así fue pasando el tiempo, y un día los médicos decidieron que iba a estar mejor en mi casa que allí, porque en casa comería mejor (jejeje ingenuos) y estaba bastante fuerte y recuperada (ya pesaba como 43 kilos, toma ya), y tenía muy buen aspecto (y dale con el buen aspecto), así que me fuí a casa, y allí empezó otra nueva etapa : la peor de todas, en mi casa estaban mis cosas y mis hijos, pero no estaban las enfermeras que me pinchaban en vena analgésicos a cualquier hora del día o de la noche, en mi casa yo tomaba una mierda de analgésicos que no me quitaban el dolor, en mi casa se suponía que debía comer y yo no podía comer, en mi casa no estaba mi madre, en mi casa me ponía nerviosa cuando oía a los niños y yo no me podía levantar para estar con ellos, en mi casa tuve unos dolores de cabeza bestiales, en mi casa estuve mal, muy mal. Y mientras estaba en casa, cada dos por tres tenía que ir al hospital para que me siguieran haciendo pruebas, porque los médicos no se iban a dar por vencidos hasta que encontraran el origen de la supertrombosis portal -mesentérica que me había provocado las varices esofágicas que me habian causado la bestial hemorragia digestiva por la cual casí me desangro en dos minutos, un cuadro tan importante no podía ser fruto de la casualidad y ellos iban a averiguar la causa, y para ello me tuvieron que hacer mil pruebas, algunas indoloras y otras muy dolorosas y no voy a entrar en detalles porque todavía se me ponen los pelos de punta cuando pienso en la biopsia de médula, ayyyy, pero gracias a la biopsia de médula descubrieron el origen de mi enfermedad y me empezaron a tratar, y dejaron de buscar, y desde entonces me encuentro un poco mejor, los dolores de cabeza casi desaparecieron, y ahora las pruebas son pruebas de control.
Y mientras tanto llegó el verano, la mejor etapa de todas, y me fui a Menorca, y disfruté del sol y del mar y de la bici y de mis hijos y de todo, y aunque pasé unos días un poco pachucha y ni allí me libré de las pruebas en el hospital, todo fue genial, Menorca siempre había sido mi paraíso, pero este año lo fue más, nunca he disfrutado tanto de un baño en el mar como ahora, y luego me fuí a Santander y allí estuve también fenomenal, y pasó el verano, y llegó el otoño ..., y ahora que ya estoy mejor, que tengo un tratamiento, que no tengo grandes dolores, que lo único que tengo es cansancio (y después de lo que he pasado estar cansada me parece de risa), ahora que se fue el sol, ahora que dejé de concentrarme en los analgésicos, ahora ... no sé en que punto estoy.

Ahora miro para atrás y no me explico cómo he llegado hasta aquí, ahora miro al futuro y no sé que va a ser de mí, y me encuentro rara, a veces triste, a veces contenta, a veces serena y a veces inquieta. Ahora tengo una especie de fuerza interior que no sé cómo utilizar, y a veces siento como si me desbordara ... creo que ha llegado el momento de ver qué hago con todo esto, y no sé por dónde empezar !

domingo, 23 de noviembre de 2008

El desconocido mundo de la UCI

Desde que en la madrugada del 13 de enero pasado empezó mi nueva vida me han pasado muchas cosas. La primera y más importante es que luché contra la muerte y la vencí (se nota que he visto mucho cine), mientras yo luchaba, sufrí dolor, sufrí miedo, pasé de mano en mano, de médico en médico, de enfermero en enfermera, me pincharon, me metieron tubos por la garganta, me metieron en máquinas que se chivaron de que era muy grave lo que me estaba pasando, vi caras de circunstancias alrededor, pase miedo, mucho miedo, puedo decir que tuve momentos de pánico, me engancharon a máquinas que pitaban cosntantemente, me metieron un balón de S. (no se cómo se escribe el apellido del señor que lo inventó) en el cuerpo, me abrieron el abdomen, me operaron durante casi seis horas, me desperté en una UCI donde pasé diez días sin moverme de una cama, diez días que se me hicieron muy largos, diez días en los que lloré todo lo que quise, no entendía nada, me parecía mentira el hecho de estar allí, poco a poco me iban contando lo que me había pasado, lo que harían conmigo a partir de entonces, todos lloraron cuando entraron a verme por primera vez, y yo lloro ahora sólo por acordarme, pero después todos sonreían mucho durante las visitas, todos me decían lo bien que iba a estar cuando todo eso pasara, habían dado con la causa de mi cansancio, de mis dolores, de mi malestar, o más bien la causa había dado conmigo, había dado y bien fuerte.
Todo el personal de la UCI se portó fenomenal conmigo, me animaban cuando lloraba por mis hijos, me calmaban cuando me asustaba, porque siempre estaba asustada, pitaba una máquina y me asustaba, oía pasos que corrían por el pasillo y me asustaba, llegaba un médico a verme y lloraba. Y es que yo tengo miedo, no soy valiente, siempre sentí terror por si un día me pasaba lo que me estaba pasando. Me decían que tenía muy buen aspecto, mentira cochina, cómo iba a tener buen aspecto después de lo que había pasado, una enfermera me llegó a hacer una foto y me la enseño diciéndome todo entusiasmada, lo ves ? Estás muy bien. Bueno, pues si os empeñais, pues estoy muy bien, vamonos de fiesta que igual pillo.
Ahora entiendo a esa gente que sale del hospital después de una temporada y escribe una carta al director del periódico local agradeciendo la atención al personal del hospital donde tan bien le trataron. No es que te traten bien ni mal, ellos en realidad hacen su trabajo, algunos con mejor ánimo que otros, pero en general todos con mucha profesionalidad, y allí estás tú, dolorida, desvalida, informada pero con la sensación de que te ocultan algo, perdiendo todo tipo de pudor cada vez que llegan dos auxiliares cachas como ellos solos y empiezan a lavarte y a moverte como si fueras un muñeco, y tú allí, pues muy bien, casí preferiría que se encargara de esto una enfermera, y al final ya todo te da igual, el único objetivo que tienes es que te lleven a una habitación en planta, donde esperas que las horas no sean tan eternas como allí, donde te puedan acompañar a todas las horas, donde por fin podré ver a mis hijos, y entonces un día te empiezan a sacar tubos del cuerpo (que daño!), te dan un yogurt al que sobrevives, viene un celador a buscarte y te lleva a una habitación soleada donde todos te esperan con su mejor sonrisa. Que bien ya estás aquí ! Y entonces acabó mi etapa UCI y empieza mi etapa "en planta".

PS : Y no puedo salir de la UCI sin dar las gracias a mi nueva amiga Maria Eugenia (médico intensivista) que desde entonces nos hemos convertido en inseparables, y nos vamos de compras y de comidas, y hablamos casi a diario. No tengo palabras para agradecerle todo lo que me ayudo antes y después. Es mi guía en el tortuoso mundo de los hospitales. Thank you very very much !!!

Ivan Triay


Este es el cuadro que le regalé a Pepe por su cumpleaños, es de Ivan Triay, mi último descubrimiento, jeje, ¿Bonito o no?

Mi amigo Juan

Este es un pequeño, pequeño homenaje a una persona grande que ha llegado a mi vida volando. Desde que entré en el hospital hace unos cuantos meses y me pasó todo lo que me pasó he perdido y he ganado, he perdido cosas y algunas personas, gente que cuando las cosas se tuercen no están ahí, los motivos no los sé, ni los quiero saber ni los quiero entender, me da igual, o no, pero es como si me diera igual. Pero he ganado más de lo que he perdido, he ganado muchas cosas y algunas personas. Y estas líneas son para mi nuevo amigo Juan, una persona que ha luchado duro en su vida para llegar hasta donde está, una persona que da todo lo que tiene, una persona que sabe lo dura que es la vida y lo difícil que es muchas veces ir por el camino correcto. Y porque me alegra haber conocido una persona así quiero que sepa que siempre podrá contar conmigo para lo que sea pasando por encima de dificultades y miedos. Un abrazo muy fuerte Juan, son pocas las palabras que necesito para decirte lo feliz que me hace ser tu amiga. Que te vaya muy bien en la vida.

Maldita costilla !

Tengo una costilla fisurada o rota o yo qué sé ... y me duele muchísimo, pero no pienso tomar ni un maldito analgésico más, lo que he decidido es coger una postura donde no me duela mucho y ahí me quedo. ¿Que cómo he llegado a lesionarme una costilla? Misterio sin resolver. A todo el mundo le digo que Bruno me dió un abrazo muy, muy fuerte porque me quiere mucho, mucho, quiero creer que me lesioné por un abrazo de mi hijo, pero todos me dicen que es imposible que Bruno tenga la fuerza suficiente como para provocarme una fisura en una costilla. Que más da. El caso es que estoy un poco fastidiada.
Hoy tenía que ir al hospital para hacerme una radiografía para ver si se trata de una costilla o de algo diferente como un derrame pleural o yo qué sé, porque en realidad lo de la costilla me lo he diagnosticado yo solita, pero no voy a ir, no me siento con fuerzas para ir al hospital, y creo que por primera vez en mucho tiempo voy a desobeceder a un médico. Le he llamado y le he dicho que me encuentro mejor y que ya iré en otro momento. Mentira. Como quieras, me ha dicho, si te duele menos es buena señal, no te preocupes, me ha dicho. Hoy no quiero saber nada de hospitales. No quiero rayarme, no quiero que saquen mi historial médico del ordenador, quiero que descanse allí tranquilito, no quiero añadir más datos al historial, y al fin y al cabo, no puede ser tan malo algo que ha sido causado por un superabrazo de amor.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Catalina


Hoy Catalina ha vuelto de Salamanca donde ha pasado cinco días en un curso de inglés. Ha estado feliz, ha disfrutado mucho. Pepe y yo estamos muy orgullosos de ella porque a sus ocho añitos se ha marchado de casa sin ninguna amiga de apoyo, ninguna niña de su clase ha ido a Salamanca, pero ella ha querido ir, y nosotros por supuesto le hemos animado. Dice que nos ha echado de menos pero que no tenía ganas de volver, porque se lo ha pasado muy bien. Cuando ha llegado a casa ha dicho que que gozada es tener un hermano, no sé, quizá el estar a veces separados sea bueno para aprender a valorarnos.

Lo único que nos pidió antes de irse es que por favor no nos muriéramos mientras ella estaba fuera! Ya empezamos con los miedos ... hemos cumplido, esta tarde toda la familia de tres fue a buscarla al cole.


Hoy Catalina estaba especialmente guapa, se ha pasado la tarde cantando. Tiene algo especial esta niña, es comme il faut que dirían los franceses, y siempre que no saque a pasear su genio y su fuerte caracter, es para comerla.

Pepe y yo nos mirábamos esta tarde mientras cantaba, no decíamos nada, pero los dos estábamos pensando en la suerte de tener una hija así.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Hace un año

Estoy subida en una rama de un árbol que no me parece muy segura. Desde aquí veo todo, pero no me entero de nada. No sé qué hago aquí subida. No se está mal, pero como la rama se rompa me voy a pegar un leñazo ... ¿Que cómo llegué aquí arriba?
Hace un año yo vivía deprisa, iba, venía, conducía a toda leche por Madrid, jugaba a cambiarme de carril en los atascos, me cabreaba cuando escogía el carril que al final iba más lento, me volvía a cambiar de carril, pisaba el acelerador cuando un semáforo se ponía ámbar, apuraba el tiempo, casi siempre salía tarde de casa por las mañanas para ir al trabajo y después intentaba recuperar el tiempo en la carretera, creía que adelantando a dos o tres coches llegaría dos o tres minutos antes.
Cuando volvía del trabajo y ya no iba a contrareloj, los atascos me cabreaban todavía más, porque ya no robaban tiempo a mi trabajo, robaban tiempo a mi vida, y me ponía nerviosa, a veces demasiado. Antes de llegar a casa ya soltaba una mano del volante para buscar las llaves en el bolso y así en cuanto paraba el motor salía como un resorte del coche y me dirigía a casa como si alguien me persiguiese. Entraba en casa, soltaba todos los trastos, y me dejaba caer en el sofá del modo en que mi padre, cuando era pequeña, siempre me decía que no hiciera, a plomo. Y ahora que lo pienso, todo esto lo hacía sin respirar, creo que antes yo no respiraba, en serio. El aire entraba en mis pulmones, pero yo no respiraba. A los pocos minutos de estar tirada en el sofá me daba cuenta de que no había comido y me decía a mí misma, bah, para qué, por no preparar nada, total no tengo nada de hambre, y encima me duele el estómago y además estoy tan cansada, y tengo tantas cosas que hacer, y empezaba a hacer cosas, no sé que cosas, pero siempre tenía que hacer cosas, y después llegaban los niños del cole y a esas alturas yo ya no era una persona cansada, era una persona agotada y con dolor de cabeza, y hacer la cena me costaba un triunfo, y la hora de los baños otro triunfo, y eso siempre que los niños estuvieran tranquilos, que si se peleaban o estaban muy cansados acabábamos todos gritando y gritar me cansaba más, y además me ponía mal cuerpo. Y cuando Catalina y Bruno por fin dormían, y después de preparar los uniformes, limpiar los zapatos, ver si al día siguiente tenían natación o gimnasia o tenis o yo qué sé, caía a plomo en el sofá, y mi nivel de cansancio había subido tanto que, o Pepe me daba de cenar, o cenaba otra, pero yo no. Y a esas alturas del día nos disponíamos a ver una serie o una peli que yo por supuesto no conseguía acabar y me quedaba dormida en el sofá y luego me iba cabreada a la cama, y de leer ni hablamos y de otras cosas menos. Y al día siguiente volvemos a empezar.
Y así pasaban los días, y así llegaron las navidades, y para mí fueron un horror, primero porque no me gustan absolutamente nada, me agobian y ademas siempre tengo que trabajar y hacer virguerías con los horarios para conseguir ir a Santander y a la cabalgata de Reyes, y segundo porque me encontraba mal, el cansancio se había disparado, mi estómago estaba fatal, todo lo que comía me sentaba mal, me dolía la espalda, me dolía la cabeza y cuando andaba el cuerpo me retumbaba por dentro, sí parece raro, pero era así, y mientras tanto yo trabajaba, compraba regalos, preparaba la cena de Nochevieja, jugaba con los niños, intentaba mantener la casa en orden porque no tenía chica, ya estaba tan harta de las chicas que pasaba de ellas, y nosostros hacíamos lo que podíamos y cuando podíamos y todo era un desastre ...
Y sobreviví a la Navidad, no sé cómo pero lo hice, y volvió la rutina y yo seguía cansada, y cada vez me encontraba peor, pero el médico me había dicho que tenía estrés, lo que tiene todo el mundo que vive en una gran ciudad, trabaja un montón, tiene hijos, etc, etc y yo me decía, no seré yo la única mujer de Madrid que no pueda con mi vida, pero no podía con mi vida, y un día me encontré peor, me tiré en el sofá y no me levanté ni para hacer la cena a mis hijos, ni para ver si Catalina, que se había caído por las escaleras y estaba llorando a todo pulmón, se había abierto la cabeza, le dije que se pusiera hielo ella sola y yo no pude levantarme del sofá. Esa misma madrugada a las cinco de la mañana Pepe me llevó al hospital con una hemorragia digestiva.
Pasaron quince minutos hasta que consiguió quitar el hielo del parabrisas, hacía un frío que pelaba, y yo estaba muy mal, mal pero aliviada, me iba al hospital. Pensaba que allí me darían algo y volvería como nueva para casa, donde descansaría unos días y todo habría pasado. Pero no, no fue así ... a las cinco de la mañana de aquel domingo de enero empezaba mi nueva vida.

Me gusta

Me gusta el mar
Me gusta Menorca
Me gusta leer
Me gustan las bicicletas
Me gustan mis hijos
Me gustan los masajes
Me gusta el cine
Me gustan las ensaimadas
Me gusta Nueva York
Me gusta el sol
Me gusta la nieve
Me gusta la música
Me gusta dormir
Me gusta Londres
Me gusta escribir
Me gustan las botas
Me gusta el capuccino
Me gusta el olor de los niños
Me gusta conducir
Me gusta viajar
Me gustan los Volvo antiguos
Me gusta tirarme en el sofá
Me gusta la cerveza
Me gusta la playa al atardecer
Me gusta conversar
Me gustan las chanclas
Me gusta el yoga
Me gusta jugar al scrabble
Me gustan los sandwiches de nocilla
Me gustan los tíos feos/guapos
Me gusta hacer fotos
Me gustan los bolsos
Me gusta tener muchísimas camisetas
Me gusta el surf
Me gustan los aeropuertos
Me gusta Vancouver
Me gusta la pasta
Me gustan los Starbucks
Me gustan los ríos
Me gusta Son Saura
Me gusta el tenis
Me gusta California
Me gusta llevar gorra
Me gustan los lunes

jueves, 20 de noviembre de 2008

Tristeza que pasa cerca

Esta mañana alguna fuerza extraña hacía que mi cuerpo y el colchón de mi cama no se pudieran separar, mi cerebro ordenaba la acción de levantarse y mi cuerpo no podía obedecer. Pasaban las horas y seguía sin levantarme, pasaban las horas y mi cabeza se rayaba, pasaban las horas y me iba deprimiendo poco a poco. Algunas llamadas de teléfono me hundieron más si cabe en el colchón, otras tiraban de mí ,y al final fui yo la que, pasando de mi cabeza, me levanté, me vestí, cogí el coche, me planté en pleno centro de Madrid, aparqué en la calle Barquillo, no pagué ticket de aparcamiento porque no me dió la gana y porque el parquímetro me pareció que estaba muy lejos (por cierto, no me pusieron multa), y me dírigí al restaurante donde había quedado con Pepe y Elena para comer. Llegué demasiado pronto (no sé ni cómo pude pasar de la cama al restaurante en tan poco tiempo), así que me fuí a dar un paseo por la Gran Vía mientras esperaba a que llegaran. Ya no me gusta la Gran Vía, demasiado ruido, demasiados coches, demasiada contaminación, demasiada gente con cara de cansancio, mal rollo, estrés, pena, algún que otro loco, algún que otro mendigo, bocinas sonando, la mierda de los adornos de navidad colgando ya de las farolas, ningún niño, mucho inmigrante, gente con abrigo, gente con camiseta de tirantes y, teniendo en cuenta que hoy no era mi día, todo me transmitía malas vibraciones, todo excepto una pareja de turistas japoneses que estaba sentada en un banco y sonreía mucho, me encanta esa alegría de los nipones con cámara de fotos al cuello.
Y me encontré con Pepe, y me encontré con Elena, y comimos (bien), y dimos un paseo por las tiendas de la calle Fuencarral, y atención, sí que debía sentirme mal porque no me apetecía comprar, increible pero cierto, y pase por una tienda detrás de otra y no me apetecía, pues bueno ... así es la vida, que compren otros. Y después me fuí hasta el cole a buscar a Bruno que tenía entrenamiento de baloncesto, y estuve un rato allí viendo como una paciente monitora intentaba que diez niños de seis años con diez balones siguieran sus instrucciones (tarea complicada). La tristeza se me fue disipando poco a poco, aunque el poso aún lo tengo.

Tengo un marido que no me merezco y que, desafiando a la crisis que azota a la economía mundial y con la intención de hacerme sonreir, me ha regalado hoy un bolso de una marca que no voy a decir porque no quiero hacer publicidad gratuíta, pero que mooooooola un moooooontón y, por si acaso el bolso no era suficiente, me ha comprado unas rosquillas para endulzar el estúpido día que he tenido hoy.

Y es que dentro de este espíritu libre que habita en este cuerpo que habita en esta sociedad, conviven las profundidades en las que a veces me pierdo y no me encuentro y las frivolidades que relajan mi ánimo, y juntas hacen que siga el camino.

... y se acabó

... y se acabó, después de un mes que si ahora sí, que si ahora no, se acabó. Se acabó porque así lo he decidido, se acabó porque me hacía daño, se acabó porque no podía ser, se acabó porque quise y porque no quise, el caso es que se acabó ... y me fastidia, pero no estaba en mis manos, no conducía a ninguna parte, era una estupidez, no fue ni siquiera bonito, no, parecía que sí, pero no ... estaba confundida, estaba liada, estaba atontada, soy un poco idiota. Ahora tengo que escupir y vomitar y volver a empezar. La vida a veces te pone piedras en el camino, otras veces oásis y otras veces charcos como éste, y yo, que tan lista parezco a veces, me he metido en él hasta las rodillas y sin katiuskas, cuando lo podía haber esquivado perfectamente, y ahora estoy empapada y tengo los pies helados, y no me apetece nada cambiarme, porque así puedo decir que tengo frío y no me encuentro bien. Soy así de idiota.
Quizá lo que debería hacer es darme una vuelta por el hospital y revivir sensaciones. Pero no lo voy a hacer, ahora mismo no tengo ganas de nada.

Miedo

Siempre aprendiendo, nos pasamos la vida aprendiendo, primero en el colegio, luego en la universidad, más tarde en el trabajo, aprendemos de la vida, de los golpes que nos da y las caricias que nos hace, aprendemos de nuestros padres y de nuestros hijos, de nuestros amigos y de los que no lo son tanto, aprendemos en los libros, aprendemos en el cine, aprendemos de nuestros abuelos, fuentes de sabiduría con el plus de la experiencia sobre sus encorvados hombros, aprendemos lo que queremos y lo que no, lo dejamos escapar, no aprendemos de la experiencia ajena, aprendemos de nuestra experiencia, pero la experiencia ajena nos pone sobre aviso ... Toda la vida aprendiendo y nunca dejas de aprender. Ahora resulta que yo tengo que aprender a controlar mis pensamientos atrayendo los positivos y alejando los negaivos, a vivir el momento sin pensar en el más tarde, a disfrutar de las pequeñas cosas que pasan casi imperceptibles por delante de nosotros. Resulta que toda la vida aprendiendo y no sé como manejarme en cosas que ahora parecen muy importantes ... de que me sirve saber que Srinagar es la capital de verano del conflictivo estado indio de Cachemira, si resulta que me cuesta disfrutar de un pequeño momento de bienestar, porque tengo miedo de que acabe o de que no se vuelva a repetir.
Y me pregunto yo por qué en el colegio no nos enseñan desde pequeñitos a manejar nuestras emociones, por qué entre el conjunto vacío y los phrasal verbs no nos dan alguna pista para practicar la felicidad, por qué nacemos con miedo, por qué vamos haciendo grande el miedo dentro de nosotros, por qué tengo tanto miedo ... y a ver qué hago yo a estas alturas de mi vida con todos mis miedos !

sábado, 8 de noviembre de 2008

...y volar a Nueva York y Londres de vez en cuando

Tengo sueños, y no son las pesadillas nocturnas que me acompañan desde hace unos cuantos meses y de las que estoy realmente cansada. Me aburre soñar mal. Tengo sueños que necesitan planes, tengo planes que incluyen una pequeña casa junto al mar, un gran sol en el cielo y una bici a la puerta. Sí ya sé que es poco original, todo el mundo, o casi, tiene sueños de ese tipo, pero que le vamos a hacer. Y todos los días hablamos un poquito de mi/nuestro sueño, hacemos números que no nos llevan a ningún sitio, pensamos en un nuevo negocio, en nuevas y estupendas ideas, y enseguida se nos va la cabeza demasiado lejos y tenemos que frenar en seco y volver a la realidad, y que conste que no digo a la dura realidad, porque mi realidad no es dura ni muchísimo menos, mi realidad es muy buena, tengo casi todo lo que puedo desear, menos la posibilidad de vivir en una casa junto al mar y desplazarme en bicicleta, y ya sabemos que es condición humana el desear lo que no se tiene, así que, ya digo, todos los días hago pequeños planes, y quizá algún día se cumplan, porque yo no quiero que me toque la primitiva o similar, yo quiero porder vivir en una casa junto al mar y volar a Nueva York y Londres de vez en cuando.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Pilates para el corazón

Hoy en clase de pilates mis músculos se han estirado hasta límites insospechables, creo que hoy mis piernas son mas largas, literalmente más largas. Hoy tras mi clase de pilates mis brazos casi tocan las nubes, eran laaargos, y mi supercicatriz tamaño XXL se encajaba en un abdomen duro como una tabla. Mi columna vertebral era flexible y hacía que mi espalda estuviera recta. El pilates es bueno, funciona. Es un poco aburrido pero es efectivo.
Necesito clases de pilates para el corazón. El corazón al fin y al cabo es un músculo y hace calor. Micorazónesunmúsculosanoperonecesitaaccióndamepazydameguerrayundulcecolocónyyoteenseñarélomejor. Hace calor, hace calor ...

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pasan los días ... me fuí a Menorca y volví de Menorca




Pasan los días. Me fuí a Menorca y volví de Menorca. Me sentí bien en la isla, me sentó bien la isla. El simple hecho de volar sola, con mi i-pod, mi libro y mi bolso ya fue un triunfo, primero porque estoy fuerte y soy capaz de viajar sola, cuando hace dos días no podía ir sola ni a la vuelta de la esquina, y segundo viajé sólo con mi bolso y mis cosas, por primera vez en mucho tiempo no tenía que estar pendiente de perros inanimados, botellas de agua, bolsas y trastos ajenos, niños a los que les entra las ganas de hacer pis en el momento más inoportuno, no tuve que armar un peñazo de puzzle de Spanair ni pelar el impelable chupachups con el que la tripulación pretende que los niños no molesten al resto del pasaje, porque se piensan que mientras chupan no gritan ni se mueven, y eso no es verdad, doy fé de que tienen la capacidad suficiente para hacer varias cosas a la vez. Durante el vuelo escuché el disco de Love of Lesbian "Cuentos chinos para niños del Japón", ultimamente no paro de escucharlo, me gusta mucho, y a mí cuando me da, me da.




Y llegué, y respiré hondo, y sentí el aire en la cara, y ví el mar, y anocheció superpronto, y paseé, y dormí con el viento, y estaba muy cansada, el viaje me había cansado más de lo que yo creía, pero estaba en Menorca, nada más ni nada menos que con mi hermano y mis padres, la familia nuclear al completo, que no se reunía hace así desde hace mucho, mucho tiempo. Y me reí mucho mucho (mi hermano tiene la capacidad de hacerme reir a carcajadas y hasta que el estómago me duele) y eso me viene muy bien, nos reimos de nosotros cuando Rubén empezó una tarde de terraza a sacar trapos sucios de hace mucho tiempo en clave de humor, y aunque en clave de humor pero salieron, y creo que eso nos vino bien a todos.


Y nos hicimos fotos, muchas fotos, muchísimas, me encanta hacer fotos en Menorca, la luz es especial y los colores superbrillantes, nunca he visto un cielo tan azul como en Menorca.


Y fuimos a la playa, y la playa estaba preciosa, solitaria, tranquila, y disfrutamos del privilegio de poder estar allí en ese momento.


Y un día de fuerte viento norte fuimos a ver el "bufador" y lo pasamos fenomenal, y comí montones de ensaimadas, y desayuné todos los días en el Imperi, mi sitio favorito, y fuimos al cine, ese cine que en verano se enfría con un ventilador y en invierno se calienta con una estufa y encima de la pantalla hay un santo calasancio o salesiano o similar.


Y fui de compras, como no, yo voy de compras hasta en el desierto del Sahara, y compré camisetas, es que no tengo camisetas, jejeje.


Y comí la lechona en Cas Ferrer, mmmmmmm, en mi vida he comido algo tan exquisito, y sobrasada con miel ...