sábado, 22 de agosto de 2009

FinAndTheEnd

Lo dejo. Este blog ha llegado a su fin. Ya no tengo nada más que decir.
Hoy no ha sido (está siendo) un buen día. Hoy he llorado, primero hacia dentro, pero más tarde hacia afuera. Cuando lloro me duele la cabeza y me siento muy cansada. En estos momentos Catalina celebra su noveno cumpleaños en una fiesta improvisada llena de niños felices. Y yo no puedo. No puedo y no quiero. Aquí acaba ésto. No acaba por nada en concreto. Llevaba acabando hace tiempo, pero hoy le pongo fecha, porque es el cumple de Catalina y así podré acordarme en caso de que algún día quiera acordarme.
Ya no tengo ganas de muchas cosas, y una de ellas es de seguir con este blog. No sé exactamente él porqué, pero siento la necesidad de dejarlo. No me apetece compartir ya con nadie todo lo que me está pasando. Pensaba dejarlo al final del verano, porque me parecía chulo diluir mis palabras en los últimos días de sol y olas, justo como cuando lo empecé, pero no, lo hago hoy y bruscamente, porque sí, porque ya no tengo ganas de seguir con esto.

Me ha gustado escibir este blog.
Y quiero dar las gracias a todos los que lo habéis leído, porque os ha apetecido. Gracias a los que, sin conocerme, me habéis mandado esos mensajes tan bonitos, a los que, conociéndome, me habéis animado y seguido. Me encanta dar las gracias, en realidad lo que me encanta es tener motivos para dar las gracias, y los tengo. A través del blog me he sentido comprendida y querida por mucha gente. Suena tan tópico todo, es tan tópico todo. Pero es así, y hoy no tengo fuerzas para intentar contarlo de otra manera. Hoy no tengo desarrollado mi lado alternativo. Hoy todo me da igual, especialmente escribir de una manera u otra. Así que ¡ole por los tópicos!.
Las críticas, que también las he tenido, me dan igual, no he escrito aquí ni para ser alabada ni para ser criticada. He escrito porque sí. Desde el corazón. Dije que no corregiría mis palabras y no las he corregido. Lo que sale del corazón no se corrige. Dije lo que sentía en cada momento, sin intención de molestar a nadie, si lo he hecho ... no lo siento.

Me hace feliz el poder calificar de amigos a algunas de aquellas personas que han llegado a mi vida a través de este blog. Nunca pensé que las palabras pudieran unir tanto. Sólo deseo que esas personas sigan junto a mí, de una manera u otra.
Lo dejo, pero sigo estando. Seguiré en otro sitio. No sé donde, pero seguiré.
Siempre podréis llegar a mí en martamaine@hotmail.com
Y acabo con un tópico y manido ¡Hasta siempre!



jueves, 20 de agosto de 2009

Música, tristeza y montañas

Estoy triste. Por nada en concreto, por todo en general. Tengo motivos para estar alegre y feliz, reconozco los motivos como tales motivos generadores de felicidad, agradezco a las fuerzas del universo el haber sido elegida como destinataria de esos motivos en concreto, lo aprecio en su justa medida y trato de disfrutar de sus consecuencias. Hasta ahí todo fenomenal. Pero hay ciertos días en los que me acompaña una especie de tristeza, ligera pero constante, leve pero pegajosa, y hoy ha sido uno de esos días. No ha tenido la culpa el chirimiri, porque ya dije que me da igual que llueva o haga sol. Creo que ya superé la etapa de 'me deprimen los día grises y lluviosos', aunque tengo que reconocer que la energía solar me ayuda a seguir hacia delante. La culpa no ha sido de nada, ni por supuesto de nadie, ni siquiera mía. Tengo dos enfermedades crónicas, una se llama trombocitosis esencial y la otra se llama tristeza flotante. Creo que la causa de ámbas reside en un trastorno genético. No tienen cura. Se alvian pero no se curan.
Hoy no he hecho nada de nada. Sólo he ido al aeropuerto y he vuelto del aeropuerto. Iba a ir a la playa, pero como se ha puesto a llover ... Hoy he pasado todo el día recopilando música, ordenando música, cargando el ipod de Bruno, que a partir de ahora hará las funciones de ipod de Marta, he creado listas de reproducción con los consejos de mis amigos, esos que saben tanto de música, y de mi hermano, ese que sabe tanto de música, yo no sé de música, pero como me junto a ellos, absorvo sus conocimientos y disfruto de la buena música, poco a poco voy aprendiendo. Gracias por descubrirme esas maravillosas canciones, algunas de las cuáles ponen los pelos de punta. Si no fuera por vosotros seguiría el resto de mi vida escuhando a Wilco una y otra vez.
El otro día se murió mi ipod. Es el segundo ipod que se me muere. RIP. Creo que fue un golpe de calor. RIP. Estaba en Menorca, en la piscina, escuchando Interpol, y de repente se hizo el silencio. RIP.
Tomando un café y leyendo un periódico atrasado me entero de que dan por concluídas la labores de rescate del alpinista español herido en el Anapurna. ¿Eso significa que ese pobre chico va a morir lentamente allí dónde esté y que no se puede hacer nada por ayudarle?. Pues sí, eso es lo que significa. RIP. Qué triste. Pero que le vamos a hacer, si no se puede no se puede. RIP. Nadie le mandó subir hasta dónde demonios subiera. No quiero ser desagradable, y que conste que me da muchísima pena que alguien tenga que morir de esa manera, pero es que no entiendo a esta gente, bueno tampoco quiero ni necesito entenderles, cada uno que se dedique a lo que quiera y que se divierta como pueda, pero lo que sí me importa y quiero entender es por qué se tienen que gastar esas cantidades de dinero que se gastan en las complicadas labores de rescate de esta gente que pone en peligro su vida porque sí. Arriesgan su vida voluntariamente y para nada que vaya a suponer un avance para la humanidad, porque a mí que lleguen a cimas elevadas y bajen con los pies congelados me importa más bien poco, y su satisfacción personal les sirve solo a ellos. Pienso que ese dinero que se gasta en esos rescates se podría gastar en costear algún carísimo tratamiento médico para un enfermo de vetetuasaberqué, por ejemplo, que ese sí que no ha elegido voluntariamente que un tumor maligno invada su cuerpo, o que un órgano vital deje de hacer sus funciones, y que de la noche a la mañana su vida da un vuelco y sin haberlo planeado tiene que empezar una aventura muchísimo más dura que la de subir al Anapurna. No sé. La verdad es que no sé nada. El caso es que no me puedo quitar su imagen de mi cabeza, y eso alimenta un poco a la gran nube gris que planea hoy sobre ella, pero yo sigo con mi música. .
Y hago una lista de reproducción para Bruno, porque como ahora compartimos ipod ..., y mientras escribo, le oigo cantar en la cama y a voz en grito "La Chica de Ayer"; un año antes de morir Antonio Vega, cuando tenía cinco años, ya la cantaba. La cantaba mientras yo le miraba embobada. Igual de embobada que escucho a Catalina cantar "Un Buen Día" de Los Planetas, o "El club de Fans de John Boy". Y es que mis hijos nacieron escuchando música. Buena música.
Contra la tristeza practico la sonrisa y miro a mis hijos. Ahora voy a dormir, estoy cansada, hoy he sonreído mucho.

Lo pequeño está de moda

Volví, pero me fuí de nuevo. Pero eso es lo de menos, porque parece que estoy, porque además de sonreir constantemente incluso interactúo, así que es como si estuviese, aunque en realidad no estoy.
Me refugio en un mundo donde los días pasan lentamente, donde la música que suena me gusta, donde nadie me pide nada, donde no pido nada a nadie, donde todo da igual, donde nada es lo que parece, donde el agua está fría pero no helada, donde el sol brilla pero no quema, donde el viento acaricia sin molestar, donde el horizonte está tan cerca que da igual lo que pase pasado mañana. En este mundo todo es pequeño, aunque todo parece grande. Es un mundo de pequeñas cosas y pequeños países, que son más fáciles de visitar. Decía el otro día mi hermano en su columna de opinión del periódico que está de moda lo pequeño, así que yo estoy a la moda. Aunque opinaba por opinar, porque eso de las columnas de opinión, ya ves, a quién le importa lo que opine mi hermano, que además pasa millas de opinar, pero que se gana la vida como mejor puede, aunque dice que él no quería ser periodista, sino quiosquero, siempre quiso ser quiosquero del quiosco de Puertochico, pero mi padre no le entendió muy bien y le compró un billete de tren para Madrid, para que se matriculara en la Facultad de Periodismo, y él pensó, vale, cuando acabe la carrera me monto el quiosco, pero mira tú por dónde, así como sin quererlo, escribe y escribe sin parar, y encima tiene que opinar. No es lo mismo escibir periódicos que vender periódicos. Cuando escribes periódicos, a vece tienes que opinar. Bueno pues no sé si lo pequeño está de moda, pero yo por si acaso, y como soy muy fashion (no es verdad) vivo a lo pequeño. Conduzco un mini. Escucho un ipod nano (mi regular ipod está enfermo, como yo).
Uso minibikinis. En el hospital me pinchan con miniagujas. Tengo una bici que cuando la doblas en todas sus posibilidades cabe en el maletero de mi mini. Me gustan los cortometrajes e intento utilizar Twitter como manera de expresarme con pocas palabras, pero Twitter se me resiste, no consigo hacerme con Twitter.
Mis problemas son pequeños. Mis expectativas son pequeñas. Mis ilusiones son pequeñas. Mis proyectos son pequeños. Mi corazón se va haciendo pequeño, así es más fácil de manejar. Mis hijos son pequeños. Mis planes son pequeños pero mis miedos son grandes. Y además crecen, y eso que les tengo prohibido tomar leche, cerales, yogures enriquecidos, fruta y legumbres, porque es lo que les doy a mis hijos y veo que es buenísimo para crecer, porque además crecen fuertes y guapos. Por eso no alimento a mis miedos, pero debe de ser que se buscan la vida para sobrevivir, y no sólo sobreviven, sino que además crecen. Pero como ahora está de moda lo pequeño, e incluso la maleta que estoy preparando es muy pequeña, porque no la voy a facturar (es más cómodo), los miedos no me van a caber. De momento quiero ir a la moda y por eso voy a aparcar mis miedos (que son grandes). Ahora se lleva lo pequeño.

lunes, 17 de agosto de 2009

Mi road movie

Quiero ser la protagonista de mi road movie particular. Quiero conducir un Thunderbird descapotable del 66 e ir desde Nueva York hasta California, como Kerouac. Conducir y conducir, porque me gusta conducir, parar a comer cuando tenga hambre, parar a beber cuando tenga sed y parar a dormir cuando tenga sueño. Comer hamburguesas, burritos, apple pie, cherry pie, tacos, hot dogs, brownies con helado de vainilla, pasteles de cinnamon y manzana, lemon pie, caesar salad, Alfredo's pasta y donuts de colores. Beber Mountain Dew, Dr.Pepper, Buds, apple juice, frapuchinos, litros de café, iced tea y agua de las montañas de Utah. Dormir en un Motel Six, en un Best Western o similar donde pueda dejar mi Thunderbird descapotable del 66 a la puerta y donde haya una máquina expendedora de Reeses y Butterfingers (a la puerta).
Puedo ir sola o acompañada, eso sí, quien quiera venir conmigo (si alguien quiere) tendrá que aceptar la banda sonora que yo elija para el viaje, porque esta es mi road movie particular. Todavía no la he elegido, pero lo haré un día de estos, seguramente incluirá temas de Wilco, Belle and Sebastian, Clem Snide, Jeff Buckley, The Decemberist, Bright Eyes, Camera Obscura, The Lemonheads, Ben Lee, Cat Power, Rosie Thomas, Bon Iver,  Eli Paperboy, Lambchop, The Killers, The Sounds, Death Cub for Cutie, Rufus Wainwritgh, Antony an the Johnsons, Matt Costa, Rocky Votolato, Sufjan Stevens, The Postal Service ... y cuando cruce la frontera entre Nevada y California sonarán uno detrás de otros todos los discos de Jack Johnson. Entonces llegaré a Big Sur y me daré un baño en el Pacífico.
Será un viaje muy largo, pero no tengo prisa. Cruzaré valles, montañas y desiertos. Pasaré junto a cañones y ríos. Veré amaneceres y puestas de sol. Iré despacio, o deprisa, depende, ya veré. Será una road movie sin argumento, no pasará nada, no me parará la policía, no me perseguirá un camión asesino, no desapareceré en una gasolinera, no habrá armas de fuego, ni persecuciones por carreteras secundarias, los moteles en los que duerma estarán libres de asesinos, no me comeré la cabeza ni me complicaré la vida, por lo que tampoco habrá argumento para una peli indie destino Sundance, no me enamoraré ni conoceré a Brad Pitt vestido de cowboy en un hotel, nadie me acosará, no me emborracharé, no recogeré a ningun autostopista, ni siquiera se pinchará una rueda de mi Thunderbird descapotable del 66, ni se calentará el motor, no me quedaré sin gasolina y no me dolerá la cabeza, es mi road movie particular y será como yo quiera, tendrá un argumento muy simple, conduciré y conduciré, escucharé música y cantaré a todo volumen las canciones que más me gusten.

Cuando llegue a Big Sur me quedaré allí una temporada, luego subiré hasta Carmel o Monterrey, dónde comeré clam-chowder hasta hartarme y luego seguiré subiendo hasta llegar a San Francisco, donde me quedaré unos días, iré a City Lights, a respirar el espiritu de la Beat Generation y luego poco a poco y en mi Thunderbird descapotable del 66 pondré rumbo a Seattle y desde allí cruzaré la fontera a Vancouver, donde me quedaré por tiempo indefinido. Cuando llegue allí, y desde mi casa con vistas al mar, seguiré contando cosas.

Un día de agosto en la isla


Como cuando me voy a dormir no tengo la precaución de cerrar las persianas y como aquí amanece tan pronto, la luz me despierta muy temprano. Yo no tengo ese tipo de precauciones, me da igual dormir con las persianas cerradas o abiertas, y la luz del amanecer en la isla me encanta. Es muy pronto, cojo mi ipod, pongo música, me doy la vuelta y sigo durmiendo ...
Cuando ya no quiero o necesito dormir más, me levanto. Salgo a la terraza, cuento los barcos fondeados delante de casa, es agosto, hay muchos, algunos son muy bonitos. Intento adivinar de dónde sopla el viento, pero nunca se me dieron bien ese tipo de cosas, y eso que pasé casi todos los julios de mi infancia y mi más tierna juventud alrededor de un fuego de campamento y cruzando el río (que ahora que lo pienso no sé como se llama) colgada de una tirolina, y tenía un uniforme parecido al de los boy scouts, pero se conoce que no aprendí del todo bien a ser una pequeña exploradora, y es que yo era la de la guitarra, la que cantaba canciones de los Beatles con acento perfecto en las noches de lunabrillante. El caso es que también me da igual si el viento es del norte o del sur. Ya dije que casi todo me da igual.
Me visto. No hay cosa más fácil que vestirse en Menorca, cualquier vestido favorece siempre que sea cómodo. Me voy a desayunar al Imperi y allí,
una vez sentada en la mesa, pasará un rato hasta que me atiendan porque en la isla todo va un poco más lento de lo normal, pero me da igual, porque como tengo mucha paciencia ... Desayuno cafeconleche, pastillas y unzumodenarnjanonaturalconmuchohieloporfavor.
Cuando me aburro de estar sentada allí me voy a pasear por Ciutadella. Vuelvo a casa en bici y me tiro junto a la piscina, después vamos a buscar a Rubén al periódico y nos tomamos una cerveza en la plaza del mercado, pensamos qué y dónde comemos, comemos y nos vamos a la playa, en agosto no se pude ir a cualquier playa, pero hay playas donde ir en agosto. Y pasamos la tarde en la playa, y anochece en la playa, y volvemos acasa y nos duchamos y nos vamos a cenar, y tomamos unas copas (es decir, toman unas copas), y estoy muy cansada, y vosotros haced lo que queráis, yo me voy a dormir, y como no tengo la precaución de cerrar las persianas verdes que tanto me gustan, pues mañana me despertaré cuando amanezca y pondré música y me volveré a dormir, y me levantaré, saldré a la terraza, contaré los barcos fondeados ...
Me gusta pasar el tiempo en la isla ... dentro de unos días vuelvo

domingo, 16 de agosto de 2009

El moreno es compatible con la enfermedad


Estaba echando una ojeada a las entradas antiguas de éste mi blog y me he dado cuenta de que hace unos meses no podía escribir sin hacer referencia a mi enfermedad, porque no sé si lo había dicho, pero estoy enferma, me llamo Marta Pérez Atienza, tengo 42 años, dos hijos y estoy enferma.
"Pues tú dirás lo que quieras", me dicen los demás, "pero no tienes pinta de enferma". Sí, si pinta puedo tener de lo que sea, pero estoy enferma, qué le voy a hacer. Si no estuviese enferma, ahora seguro que estaría durmiendo, porque mañana tendría que madrugar para ir a trabajar, seguramente este blog no existiría, y seguramente tendría pinta de enferma, porque estaría cansada, ojerosa, flaca, agobiada, acalorada, con ganas de vacaciones, con falta de tiempo para esto y para lo otro y para hacer esas cosas que me gusta tanto hacer. Pero como estoy enferma, pues estoy descansada, relajada, cuidada, atendida, querida, mimada, morena, anticoagulada, empastillada, requetemirada por los médicos, agotada de los médicos, agradecida a los médicos, muerta de miedo, llena de incertidumbres, de preguntas sin respuestas, a veces cabreada, a veces contenta, feliz ...
En fin, que aunque no lo parezca, estoy enferma, y tengo una enorme carpeta donde archivo papeles varios que acreditan mi condición de enferma. Me llevó casi dos horas colocarlos todos de una manera medianamente ordenada, aquí los informes de los hematólogos, aquí los informes de los internistas, después los de digestivo, seguidos de los de neurología, aquí las pruebas de los radiólogos y después los informes de urgencias, después las pruebas genéticas, los análisis de médula, las endoscopias, los partes de ingreso y los partes de alta no sabía muy bien que hacer con ellos, así que los dejé para el final, después de los análisis de sangre, que cómo eran tantos, elegí unos pocos y aparté el resto. Y con el carpetón me planté el otro día ante el tribunal médico, y mientras estaba en la sala de espera me puse a pensar en mí y en la carpeta, y no podía comprender cómo todo eso me había podido pasar a mí. Ya sé que esas no son cosas que se tengan que comprender, son cosas que pasan y ya está, esta vez me tocó a mí y para qué vas a perder el tiempo intentando comprenderlo, es mejor utilizar ese tiempo en intentar asumirlo y en luchar contra ello. Pero por un momento llegué a sentir como una especie de ligero mareo mientras pensaba. Pensaba en cuando era pequeña, en cuando era más joven, y nada hacía pensar que mi sangre estaba o llegaría a estar enferma. Y me sentí mal. Me sentí fatal. Porque no quiero estar enferma, porque se supone que lo que queremos es estar cien por cien bien. Y empecé a pensar en mi sangre y en el origen del problema que hace que mi sangre no sea como la de los demás, y pensé que quizá los bichos que me piquen enfermarán con mi sangre, que no mola nada. Pensé en por qué tengo una médula rebelde. Pues porque sí, ya ves, y es de gilipollas intentar encontrarle una explicación. Y visualizaba yo mi médula ósea cuando me tocó mi turno, y cogí mi carpeta y me fui a ver al médicojuezsentenciador, o lo que sea que son esos médicos que no saben nada de tí y en un rato se tienen que hacer una idea sobre tí y tu estado físico, eso sí, ayudados por la carpeta llena de informes colocados por epecialidades y cronológicamente. Desde que entré hasta que salí no fui capaz de quitar mi mirada de los ojos del médico en cuestión, me pasa con todo/as (los/las médicos), tengo que analizar hasta la más mínima expresión de su cara, y como vea en ellos un gesto que no me gusta, el corazón me empieza a latir a velocidad de vértigo y les empiezo a bombardear a preguntas, una detrás de otra, sin darles tiempo casi ni a responderme. Y ya pueden ser amables conmigo, que tengo que confesar que todos lo son, porque no me veo con fuerzas yo para tratar con los houses éstos que están ahora tan de moda en los hospitales, y que conste (en caso de que leas ésto) que no lo digo por tí, que tú eres médico de otros, y con tus pacientes puedes ser todo lo house que quieras, y además House mola, y tú molas ... El médicojuezsentenciador del otro día fue muy amable conmigo y yo le correspondí limitándome simplemente a mirarle, no le hice preguntas, sólo contesté a las suyas, debió de flipar con mi bronceado tono-yate-grande, pero él sabe que a pesar de no tener aspecto de enferma, estoy enferma, crónicamente enferma. El sabe que el moreno es compatible con la enfermedad, de igual modo que la palidez es compatible con la buena salud, y si no que se lo digan a mis compañeros de trabajo, a los que el otro día fui a visitar mientras aporreaban los teclados de sus ordenadores bajo un chorro de aire acondicionado y ansiosos de disfrutar sus tan merecidas vacaciones de verano, esas que cuesta tanto colocar en las planillas, esas que tantos quebraderos de cabeza nos dan y que luego pasan tan rápido.
Si hubiesen hecho una rueda de reconocimiento policial buscando entre nosotros a un delincuente enfermo, yo no hubiese salido elegida, lo sé, ellos parecían más enfermos que yo. Pero ... la enferma soy yo. Y el médicojuezsentenciador dirá si me volveré a sentar con ellos a aporrear los teclados para contar el último bombing attack in Baghdad o para contar al mundo que a small bomb exploded inside a restaurant in Palma de Mallorca, Spain, on Sunday, 9 Aug. 2009 e insistir en que ETA is a Basque terrorist band, no un Basque separatist group como se empeñan en editarnos desde Fráncfort, y otra vez con la misma historia ... o volver a escribir el pie de foto de esas imágenes tan tristes que nos mandan los foteros de Algeciras o de Canarias about 67 ilegal inmigrants aboard a small and rudimentary boat that were intercepted by a Spanish Civil Guard boat 67 miles off the Canary Island coast on Tuesday, 13 Feb ... My Godness !!! Lo dejo en manos del médicojuezsentenciador y su buen criterio.

Enfocando y centrando la imágen


Ridículo esto de escribir sin escribir, de contar sin contar, de hablar por hablar ... definitivamente ridículo. Pero en ello estoy, me resbalé, me caí y sigo deslizándome por este mundo de las palabras sin sentido. Aunque bien pensado es mejor que sea así, porque no me quiero ni imaginar la cantidad de barbaridades que podría llegar a escribir si me pusiera un día a expresar lo que realmente siento sin pudor y con valor, como escribe la gente que a mí me gusta cómo escribe. Pero lo he dicho muchas veces, tantas que resulto pesada y cansina, soy cobarde, no soy valiente, nací con miedo, viví y vivo con miedo y moriré con miedo. El miedo no está tan mal, nos proteje, nos ayuda a ser cautos y nos previene de hacer cosas peligrosas, cosas de las que en un momento dado podías llegar a arrepentirte de haber hecho, y así, gracias al miedo, no haces.
Así es mejor, es como ir disfrazado por la vida, con antifaz, tú ves pero a tí no te reconocen, y eso te da ventaja, te da libertad de movimientos, te ayuda a ir y venir cómodamente. Si algún día me diese por escribir como realmente me gustaría escribir y alguien se encontrase con mis palabras, habría desde ese momento en el mundo alguien que me podría mirar con los mismos ojos con los que yo me miro, y me veo, y sería una sensación bastante extraña.
Me pregunto qué es lo que se siente cuando desnudas tu alma. ¿Será alivio?. No sé, pero da igual, es una cosa que yo nunca voy a saber, porque nunca lo voy a hacer, porque llevo más de cuarenta años viviendo conmigo, y me conozco, y sé de lo que soy capaz y de lo que no. Y de desnudar mi alma, puedo asegurar que no soy capaz.
Y a pesar de todo me empeño en teclear deprisa como si eso sirviese de algo, pienso que cuando escribes muy deprisa con el movimiento de dedos se diluye la ansiedad, la angustia y el desasosiego, da igual lo que escribas, el caso es escribir, la ansiedad desaparece, no del todo por supuesto, qué sería de mi mundo interior sin la ansiedad y sin la angustia y sin el desasosiego, no sería mío, sería de otro, o de otra.
Llevo dos días incomunicada con el mundo exterior. Mi madre es el hilo que me mantiene ligada a las necesidades básicas, una madre nunca deja de alimentar a su hijo, desde que nace hasta que muere. Gracias a mi madre bebo, como, hablo, me despierto tras el sueño, respiro. Gracias Mum. Cualquier día de estos salgo del aislamiento. A pesar de vivir aislada, hago cosas que ayudan a disimular mi estado, y las hago sin esfuerzo, voy al cine, contesto al teléfono, sonrío, castigo a mis hijos sin nintendo, frunzo el ceño, pongo música, hablar me cuesta un poco más, pero si tengo que hablar, hablo, y de vez en cuando me meto en el cómodo mundo virtúal éste donde nadie te molesta y lanzo canciones y fotos y palabras y después, con las mismas, regreso al mundo real.
¿Que por qué me llegué a incomunicar con el mundo exterior? No lo sé muy bien. De repente sentí una tristeza muy profunda y me fui. Tengo previsto volver en un par de días, porque me pesan las miradas de los demás, pero de momento estoy cómoda así, estoy tan cómoda como cuando me tiro en la arena al sol, o como cuando tomo el sol adormecida por el balanceo del barco. Conozco la manera de abandonar este estado, es tan sencillo como levantarse y tirarse de cabeza al mar, el contacto con el agua te refresca los sentidos y te ayuda a despejarte.
Me dispongo a enfocar y centrar la imagen. Quedará una buena foto.

Pensando

Últimamente no hago más que decir a todo el que me quiera esuchar que yo ya no pienso, que paso de pensar, que he descubierto que pensar me agota, voy de "jooo tío cómo mooola esto de no pensar, es súperguay". Os he engañado a todos, es sólo una pose, me quiero engañar a mí misma y para creérmelo yo tengo que contárselo a los demás, yo ya no pienso, como mooola esto de no pensar. ¡Y una mierda!.
Pienso en esto, pienso en lo otro, pienso en que pasaría si ... pienso en que hubiese pasado si ... pienso en lo que va a pasar si ... y pienso en lo que ya pasó, pienso en el futuro más próximo y en el futuro más lejano, pienso en mí y pienso en los demás. Lo que sí puede que sea verdad es que pienso con menos intensidad que antes, pero claro que pienso, y mucho.
Intento pensar en las cosas importantes.
Si te has cruzado conmigo este verano el tiempo suficiente para hablar un ratito de lo divino y humano seguramente te habré dicho "yo, como no pienso ...", "piensa tú por mí", "que piensen otros". Te he engañado, lo siento. Aunque en realidad, a quién le importa si yo pienso o dejo de pensar ... piensa si quieres y si no, pues no pienses, allá tú, dirán mis interlocutores, a mí que me importa ...
De lo que sí que paso es de la filosofía zen, es un engaño. No importa lo que ya pasó, no importa lo que aun no ha pasado ... ya, ya, que no importa, ¿o no dicen eso?, ¿qué es lo que dicen?, ¿que no importa, o que no te preocupes por lo que ya pasó o aun no ha pasado?, me da igual, paso de los zenes.
Ahora voy a tomarme uncaféconleche y mientras tanto voy a pensar un ratito, pero no pienso decir en qué.

sábado, 15 de agosto de 2009

Todo me da igual


Todo me da igual (sé de alguién que si lee esto, mentalmente y con una sonrisa en la cara cantará "... mi nena me ha dejado, no tengo ni un duro, el coche se me ha estropeado, todo me da igual...).
Vuelvo a empezar, que hoy estoy seria, triste, desanimada, y no tengo ganas de bromas, ni siquiera de las que me hago yo misma y sólo yo entiendo y río. TODO ME DA IGUAL. Sé que es difícil de creer, pero estoy llegando al punto en el que casi todo me da igual.
Lo que quiero es que me dejen vivir en paz, quiero que los días pasen a su ritmo, me da igual estar cansada, siempre que me dejen descansar (en paz), me da igual tener calor que tener frío, me da igual estar triste que estar contenta, me da igual que me quieran o que no me quieran, me da igual que me crean o que no me crean, me da igual subir que bajar, me da igual hablar que callar, me da igual ir que venir.
Lo que no me da igual son los dolores, no quiero tener dolor, para unos dolores tengo Enantyum y Nexium, para otros dolores tengo otras cosas.
Me da igual estar aquí que estar allí. Me da igual correr que ir despacio.
No tengo ganas de nada, pero estoy bien.
Ahora déjenme con mi música (me iré a otra parte), déjenme con mis libros, déjenme con mis cosas, trataré de que todas las piezas encajen en un puzzle perfecto.
A mis hijos les dejaré disfrutar de lo que les queda de verano dirigiéndoles sólo lo justo y necesario. Me da igual que hagan deberes o que no los hagan, me da igual que lean o no lean, me da igual que coman o no coman, me da igual que se peleen o que se besen, me da igual. Lo que no me da igual es la tele y los videojuegos. Los talibanes afganos unos blandos a mi lado. He dicho : prohibido temporalmente, porque lo digo yo y ya está. No es necesario ningún tipo de expicación (Ahora, criaturas fruto de mi vientre podéis seguir haciendo lo que queráis, disfrutad de la vida, contáis con todo mi amor incondicional de madre - toma ya !).
Me da igual que llueva o que haga sol.
Me da igual encajar que no encajar. Si encajo bien, si no pues no pasa nada. Me da igual que me critiquen. Me da igual lo que piensen de mí. Me da igual. Me da igual dar y no recibir. Me da igual ser borde que encantadora, hay un momento para todo.

Nada de lo que me pasa tiene ya que ver con lo que me pasó. Lo que me pasó ya pasó, me pasó con mayúsculas, pero ya pasó. Creía que me había hecho cambiar, pero no es verdad, sigo siendo la misma, lo único que ha cambiado es mi forma de ver la vida. Ya sé que parece sacado del guión de una película mala, pero ... es verdad.
Lo que me pasa ahora sólo tiene que ver con el ahora, con lo que quiero ahora, con lo que vivo ahora.
Con mi cámara de fotos trato de captar los momentos para que no se me escapen, porque un atardecer al sol se ha convertido en UN ATARDECER AL SOL, porque un concierto de Dêlen se ha convertido para mí en un CONCIERTO DE DÊLEN, porque un baño en el mar es ahora UN BAÑO EN EL MAR y un paseo en bici, UN PASEO EN BICI ...
Porque ahora disfruto más que antes (y eso que antes, cuando no sufría, disfrutaba muchísimo). El punto medio ya me da igual. Si lo encuentro, bien, si no lo encuentro, también bien. Cuando tenga que sufrir, sufrire, me fastidiaré y me las tendré que apañar. Sé que seguiré sufriendo por cosas que no merecen la pena, o que sí la merecen, pero no tanto como yo me pienso, porque tengo tendencia a magnificarlo todo, a dar demasiado importancia a las cosas. Tengo tendencia a engancharme fácilmente de algunas cosas y de algunas personas (pocas), que me suelen parecer maravillosas y que pienso que la vida me pone en el camino por alguna razón especial, importante e inaccesible a mi entendimiento. Y echo el resto hasta que un día me desilusiono, y la desilusión es lo que peor llevo, pero es lo que más me ayuda a salir de los charcos en los que me meto. Si el chocolate me desilusiona, dejo de comer chocolate, si París me desilusiona, dejo de ir a París, si algún día Love of Lesbian me desilusionase dejaría de escuchar a Love of Lesbian y ya no iría a sus conciertos nunca más, si un amigo/a me desilusiona, la desilusión me ayudaría muchísimo a olvidarle/a.

Mientras tanto, y mientras me ilusiono y me desilusiono, sigo viviendo y captando momentos. Y sonriendo. He descubierto las propiedades analgésicas de la sonrisa.

http://open.spotify.com/track/7a1HKqVnezDt8DHzaViy9l

No me interesa


No me interesa. No me entero de nada. Mis niveles de desinformación están empezando a ser preocupantes. No veo la tele, y no la veo porque no me apetece, esto no tiene nada que ver con "soy muy cool y no veo la tele". No me interesa lo que cuentan en la tele, no me interesa lo que cuentan en la radio. Los periódicos de momento siguen pasando por mis manos, pero voy de la sección internacional a la de sociedad y cultura, pasando por nacional con los ojos cerrados por si acaso, sin querer, veo el careto de cualquier inútil de esos que dicen tantas gilipolleces, por si acaso me topo con la cara de algún corrupto, no me interesan los corruptos, no me interesan las comunidades autónomas, no me interesa el PP ni el PSOE, me da igual lo que tengan que decir, no me interesa, no quiero saber en que pueblo se cargó un esposo a su esposa con un cuchillo jamonero, no quiero saber la edad media de los que se mueren por la gripe A en España y alrededores, no quiero saber si los turistas extranjeros vienen o dejan de venir a nuestras playas, paso de la crisis, bastante tengo yo con mi crisis, desde que salí del garaje de EFE un sábado de enero del año pasado estoy empezando a hacerme un lío con los ministros y sus carteras ... pero al menos me sigue interesando lo que pasa en Kandahar, me jode profundamente que Morenatti se haya quedado si un pie por culpa de una bomba, porque me gustan sus fotos, me gusta que sea capaz de contarnos las cosas que nos cuenta, me gusta que se fuese de EFE mientras los demás decíamos "me piro de EFE", me impresionan las caras de los niños afganos, la luz que reflejan en un lugar donde todo es gris, me gusta lo que está haciendo mi amigo Andrés en Honduras, me gustaría haber sido en su día tan valiente como él y en vez de editar las fotos de los demás haber cogido el petate y haberme ido a Cachemira, a sacar luz de lo gris, como Morenatti, o a Gaza a buscar un grupo de palestinos que se reunen clandestinmente con sus amigos de Tel Aviv para demostrar al mundo que los humanos somos idiotas, o a Yangon, o a Katmandú, a hacer fotos con mi amigo Narendra Shrestha ... me gusta que David siga con la cámara que se compró con el dinero del finiquito filmando esto y lo otro ... y eso lo digo ahora que sé que no puedo hacer nada de todo eso porque estoy anticoagulada de por vida e indefinidamente supermedicada, ahora que tengo dos hijos colgados del cuello cual monos del Amazonas (en los bosques del Amazonas, ¿hay monos?), ahora que ya no tengo 20 años ... genial Marta, que te dé ahora por pensar en todo lo que tenías que haber hecho y no hiciste, muy bien.
Mientras tanto paso por el verano sin hacer ruido, sin pensar mucho, voy de Santander a Menorca y de Menorca a Santander pasando por Madrid. No quiero pensar mucho, porque cuando me pongo a pensar ... ains. Soy poco valiente, soy muy cobarde, me siento débil, me dejo llevar por la corriente, tiro la toalla, extiendo la toalla, en la playa, bajo el sol, ese sol que me da energía, porque necesito calor en mi cuerpo, porque tengo frío por dentro y el sol me alivia, y el agua me despeja, y mientras tanto como polos de limón, uno tras otro, porque he descubierto que son adictivos, cuando se derrite en la boca el último trozo de hielo el cerebro ordena la acción de comer/chupar más polo de limón. Y mientras tanto escucho música, aún no me he curado de Wilco, pero llegarán otros que me hagan olvidar a Wilco, otros a los que escuharé compulsivamente (de la misma manera que como polos de limón), y mientras tanto sigo con mi Cannon haciendo fotos de aficionado, fotos de niños guapos y bien nutridos, con pelo brillante gracias a los cereales del desayuno, piel lustrosa gracias a los danone naturales y mentes despiertas gracias a su buena puntería a la hora de venir a este mundo, niños con tabla de surf y niñas con coletas y lazos, niños felices, de esos que tienen todo y siempre quieren más, de esos que nosotros malcriamos a pesar de que esa no sea nuestra intención, a pesar de quererlo hacer tan bien que lo acabamos haciendo bastante mal, no mal no, me niego a reconocer eso.
Y mientras tanto, voy a seguir con mis cosas (¿qué cosas?) a la espera de que un tribunal médico formado por unos profesionales de lo suyo que ya han acabado sus vacaciones o están esperando a que lleguen decidan qué es lo que a a ser de mí, laboralmente hablando, y así como quien no quiere la cosa influyan sin querer en mi futuro más próximo, y en el de los que me rodean, porque las cosas no serán igual a partir de este otoño, porque yo también voy a tomar decisiones, porque cuando el sol deje de calentar mis huesos me tendré que abrigar contra el frío.

viernes, 14 de agosto de 2009

En metro



Llené una mochila con ropa, chanclas, bikinis, toallas y pareos de rayas (confieso mi debilidad por las rayas, de colores), llené un bolso enorme con pastillas (de colores), música, un par de libros, gafas de sol, gorra de baseball, gominolas (de colores), papeles, y en menos de tres horas y media recorrí en mi minicooper el trayecto que separa mi ciudad natal de mi ciudad de residencia. Al llegar a casa me encontré con que algunas plantas estaban casi muertas, otras estaban totalmente muertas, llevé a cabo maniobras de primeros auxilios con las que tenían alguna posibilidad y me sentí culpable de haberme olvidado de esos seres vivos que dan frescor, y verdor, y color, y olor a mi casa y a mi jardín ... es que salimos tan deprisa, abandonamos Madrid como si huyésemos de alguna mafia, como si nos faltara el aire, como si fuésemos seres acuáticos condenados a vivir en tierras de secano e indultados por buen comportamiento. Las mochilas del cole tiradas por el suelo, las fichas, libros y las fotos de fin de curso esparcidas por la mesa, la flauta en el sillón, la guitarra en el otro sillón, las zapatillas de deporte descansando en la escalera (mientras Bruno corría la milla con zapatos), desorden, el buzón lleno de sobres y propaganda, un calor de muerte, no encontramos el mando del aire acondicionado, los minivecinos llaman a la puerta preguntando por nuestros hijos (Catalina y Bruno no han venido con nosotros, comunico en tres ocasiones tras tres timbrazos). Me ducho, me cambio y me voy corriendo a un Starbucks, creo que lo único que me une con Madrid en estos momentos son los Starbucks, quiero un frapuchino de mango yaaaaaa. Y sentados en la terraza del Starbucks de la calle Fuencarral vemos pasar a la gente que sufre y disfruta del verano en Madrid, porque en Madrid el verano se sufre y se disfruta por igual. Cada vez me gustan más los frapuchinos. Llevo una camiseta de Eli Paperboy superchula. Hace calor, pero me mola el calor. Volvemos a casa, dormimos y madrugamos para ir al aeropuerto.
Ir al aeropuerto es toda una ceremonia, hay que decidir si ir en taxi y pagar una pasta gansa, si ir en coche, aparcar en el parking de larga estancia y pagar una pasta gansa, si pedir a alguien que te lleve, ahorrarte una pasta gansa pero arriesgarte a perder un amigo, mejor pagar una pasta gansa, o ... hacer como hace la gente normal, es decir, la gente que no es como yo, y que no le importa parecer un topo con sentimientos, y previo pago de un euro (creo) se mueve por la ciudad a través de los túneles del metro (ese que dice Gallardón que vuela). No sé si es que esa mañana me levanté tacaña o si me estoy empezando a transformar en normal, pero a Pepe casi se le salen sus azules ojos de las órbitas cuando me escuchó sentenciar que nos íbamos al aeropuerto en metro. Esa mañana estaba dispuesta a todo, quise retarme a mí misma, ya sé que a la mayoría de la gente le puede parecer una gran tontería, pero yo no monto en metro ni en ascensores, porque me da pánico, porque me agobia, porque sufro sólo de pensarlo, porque me da pavor la posibilidad de quedarme encerrada en un vagón de metro o en una cabina de ascensor, porque hay algo que no debe funcionar correctamente en el interior de mi cabeza. Y no soporto que la gente me diga "¿Cuántas personas conoces que se hayan muerto en un acensor?", sé que es ridículo, pero ... podría contar mil historias sobre ascensores, metros y Marta, quizás un día que esté inspirada lo haga. El caso es que fuí al aeropuerto en metro y sobreviví, todavía no sé muy bien por qué lo hice, pero da igual, lo hice. Y lo más ridículo de todo es que me siento muy orgullosa. Estoy orgullosa de haber hecho algo que todo el mundo hace a diario de la misma manera que se sienta ante una mesa y come o se mete entre unas sábanas y duerme. En fin ...

lunes, 3 de agosto de 2009

Un buen día



Voy a romper las ventanas para que lluevan cristales, ven a romper las ventanas, ven a gritar como antes, ven a romper las ventanas y a hacer del caos un arte, voy a romper tus ventanas y voy a entrar como el aire ... me despierto escuchando a Love of Lesbian.
Me despierto cansada, despertarse cansada no tiene sentido, se supone que se duerme para descansar y que uno tiene que abrir los ojos por la mañana con ganas de comerse el mundo, o al menos de no dejar que el mundo te coma a tí.
Yo cuando me despierto tengo ganas de rebobinar unas cuantas horas, de volver a intentarlo, de descansar de verdad, pero como eso no puede ser me pongo a pensar, a pensar sin rumbo, a pensar sin dirección, simplemente a pensar ... para nada, porque cada vez me sirve de menos pensar ... entonces doy un salto y paso de los pensamientos a los recuerdos, y en el mundo de los recuerdos me entretengo un buen rato, y en mi cabeza se empiezan a mezclar sonrisas, lágrimas, personas, viajes, lugares, días y noches, y me entra la nostalgia, la nostalgia de aquellos días en los que la energía desbordada era la protagonista de mi historia, de aquellos días en los que literalmente me comía el mundo, cuando las cicatrices eran pequeñas y casi imperceptibles ... Y entre recuerdos vuelve el sueño, y cuando vuelve el sueño aparecen mis hijos en forma de revolución, gritando, saltando, desbordando energía, éso sí que es energía. Es mi energía reencarnada en niño y niña. Y así empieza el día, con una mezcla de energías, y compensando las de unos con las de los otros nos disponemos hoy a disfrutar de un día de verano y nos vamos a la playa. Y en la playa hemos pasado todo el día. Y en la playa nos hemos reunido con Bárbara, Jesús and sons. Es increíble que en Madrid vivamos a menos de un kilómetro y nos tengamos que ver en Santander.
En Madrid tienes que quedar con la gente con muchos días de antelación. En Madrid es muy fácil que una de las partes tenga que anular la cita acordada con muchos días de antelación. En Madrid pasan las semanas, pasan los meses y seguimos diciéndonos a través del teléfono, 'a ver cuándo quedamos', 'nos tenemos que ver sin falta'. En Madrid entre el trabajo, los desplazamientos, los compromisos ineludibles y la vida social infantil, casi no te queda tiempo para ver a tus amigos, y cuando te queda a tí, no les queda a ellos, o les queda a varios a la vez y tienes que elegir a quien ver, y si no te pones de acuerdo con tu compañero de fatigas al final pasas de unos, pasas de otros y te vas al cine. Y así pasa el tiempo y seguimos diciéndonos entre todos, 'nos tenemos que ver sin falta un día de estos', y entonces yo digo, 'este finde no puedo que tengo ..., el otro, vale?', 'no el otro yo no puedo que me voy a ..., el siguiente ?', 'no el siguiente yo no puedo que viene ...', y así sucesivamente hasta que llega el verano y mira tú por dónde nos reunimos en la segunda playa del Sardinero, relajados, contentos, con ganas de vernos ... y relajados y contentos nos vamos a cenar después de un baño en el mar, y relajados y contentos pagamos la factura de la cena, que nos parece de risa, y comentamos lo caro que es Madrid (siempre comentamos lo mismo y calculamos cuánto más hubiesemos pagado allí por lo mismo, nos hace sentirnos bien, es simple pero es así) y relajados y contentos nos despedimos ¡hasta pronto!. Es agradable reunirse con los buenos amigos, esos que siempre están ahí, a pesar de que el día a día no nos deja disfrutar de nuestra mutua compañía. Sin embargo, en los momentos difíciles (concretamente en mis momentos difíciles) la amistad se impuso sobre el agobiante día a día.
Hoy ha sido un buen día, un día tranquilo, de sol y mar, de arena y música, de olas y cerveza, de canciones compartidas, de helados derretidos, de juegos sin juguetes, de risas contagiosas ... Hoy mi cansancio se ha aliviado ecuchando a Love of Lesbian sobre la arena, ayer necesité una coca-cola para resistir de pie mientras Bruno participaba en la XIX Milla Urbana de Polanco, ayer estaba excesivamente baja de fuerzas (cualquier día de étos me atrevo con el Red Bull). Y Bruno participó en la milla por tercer año consecutivo, y mejoró su marca, y corrió con zapatos, porque se nos olvidaron en Madrid las zapatillas de deporte, y nos dimos cuenta a última hora, pero no parece que le importara mucho, mientras los demás iban ataviados con sus equipos de atletas al uso, Bruno se subió al podio vestido de skater y con zapatos (mea culpa). Da igual, volvió a casa encantado con su trofeo. El año que viene le disfrazo de Sebastian Coe.
Ayer también fue un buen día, un día de desayunos junto al mar, un día de amigos de esos que perdurarán en el tiempo porque así está escrito y así nos ha sido revelado, un día de maratón, de correr y correr, de compartir coches, de conducir porque "me gusta conducir", de siestas, ayer también fue un buen día ...

miércoles, 29 de julio de 2009

Santa Marta

Hoy he ido de nuevo al hospital. Hoy he ofrecido una vena de mi brazo derecho a la enfermera vampira (me mola más vampira que vampiresa, así que yo digo vampira). Lo del brazo lo decido siempre a última hora, hoy me apetecía el derecho. Hoy los resultados han sido un poco mejores, así que no estoy tan cabreada como la semana pasada. Mi hematóloga favorita me ha explicado mis análisis de la manera que me gusta a mí que me expliquen todas estas cosas, me ha descrito hasta el tamaño de mis plaquetas y de mis glóbulos rojos y me ha explicado por qué el volumen de tal y cual aumenta o disminuye cuando no tienes bazo, y a mí me encanta que me expliquen todo eso.
Y mientras desayunaba en una terraza sin vistas de la capital del Besaya he recibido una llamada de mi ex amiga, la que tiene el título de amiga enmarcado y colgado en una pared de su despacho pero a la que yo considero ex, más ex que todos mis exes juntos, y así me he enterado por segunda vez en el día de que hoy es mi santo (me enteré esta mañana por primera vez cuando Pepe me felicitó, pero como estaba muy dormida, no me enteré bien). Y aprovechando que era Santa Marta, y a pesar de que a mí los santos me dan bastante igual, antes de volver a casa engañé a Pepe para entrar en una zapatería y antes de que pudiera darse cuenta me había regalado unos zapatos que ya tenía fichados desde hace unos días, por mi santo claro. Es que me gustan tanto los zapatos ... y como era mi santo ...
Y no me conmueve en absoluto el hecho de que mi amiga me haya llamado para felicitarme por mi santo porque primero, mi santo me importa un pimiento, y segundo, me parece una excusa muy fácil y muy cómoda. En realidad lo que me hubiese gustado es que hubiera dado señales de vida durante el último año y medio, cualquier miércoles de cualquier mes, no sé, me hubiese hecho sentir mejor un "qué tal te encuentras?" que un "felicidades, feliz Santa Marta". En fin, me da igual.

El verano avanza entre playas, cenas, hamacas, siestas, libros, música, amigos ... ¿qué más puedo pedir? ya lo sé, algún concierto, pero eso aquí lo llevo un poco crudo. Bueno, si me pongo a pedir, podría pedir alguna que otra cosa más, pero como a mi me gustan las cosas difíciles de conseguir pues ni me molesto en pedirlas, si las consigo ... genial, si no ...

domingo, 26 de julio de 2009

Domingo por la mañana


Me dormí esuchando el último disco de Pajaro Sunrise y me despierto escuchando 'Revolution in my heart' de Ed Harcourt, o he dormido muy pocas horas o la batería de mi ipod dura más de lo que yo pensaba. He dormido pocas horas y mal. Me despierto con la luz que entra por las rendijas de las persianas de las cuatro ventanas sin cortinas (aquí tampoco estamos a favor de las cortinas) de esta peculiar estancia a la que no se puede llamar habitación y a la que nos referimos como pajar, porque antes, hace muchos años era un pajar.
Me despierto y miro las vigas de madera del techo, y siempre pienso lo mismo, pienso que serían estupendas para dos cosas, para colgar un columpio y para suicidarse, aquí un suicida lo tendría fácil. Obviamente ni pienso colocar un columpio ni me pienso suicidar, pero siempre pienso lo mismo. En cualquier caso, de decidirme a hacer algo colgaría un columpio. Que nadie se preocupe, la idea del suicidio no va conmigo, aunque esa maldita viga parece que anima a ello.
Me despierto con el mismo dolor de cabeza de ayer, no otro, exactamente el mismo, en el mismo sitio, con la misma intensidad, no lo suficientemene fuerte como para retirarme de la circulación, pero sí lo suficientemente molesto como para fastidiarme un poco la mañana. En fin...
Me despierto y lo primero que oigo a esta hora ya no son los pesados de mis amigos los pájaros, son los gritos de mis hijos, que no hablan sino gritan. Unas veces se pelean y gritan. Otras veces son superamigos, coleguean, se ríen a todo volumen y ¡cómo no! gritan, otras veces no se les oye, pero es entonces cuando menos tranquila puedo estar, porque si no se les oye, malo. Es mejor oírles, pero voy a ver si algún manitas de la comarca les coloca un dispositivo de control de volumen con mando a distancia, no estaría mal.

Acaba 'Revolution in my heart', bonito título, bonita canción para empezar el día. Ahora me levantaré y me pondré a recargar baterías, primero la del ipod, es fácil, enchufas y ya está, luego mi cuerpo, bueno eso no es tan fácil pero un café capuccino (sin canela) y un bollo suizo que me ha traído mi madre de Blanco (bueeeeno), pastillas varias (soy una pastillera) y en mis planes una buena ración de playa dominical (soy bastante ecológica, me recargo con energía solar) ayudarán a ello. Luego tendré que recargar mi mente (pon tu mente al sol como un buen niño gusano) y luego mi corazón (si alguien sabe como se recarga que me lo diga, mi dirección es martamaine@hotmail.com). Luego recargaré el teléfono, si encuentro el cargador, nunca sé dónde pongo el cargador ... y creo que ya no me queda nada por recargar.

Ahora reina el silencio, mi hijos se han ido vestidos de blanco ibicenco con cara de buenos. Mis padres se han ido felices con sus nietos. Pepe lee periódicos y más periódicos, Naneth no sé dónde está ... estoy sola, anda, estoy sola, me han dejado sola, sola ...
El otro día me fui a la playa sola, desde que estuve en Menorca en abril no había disfrutado de un día de playa sola, que maravilla, con mi toalla y mi música, sola, sin hablar con nadie, sola, se me olvidó comer y nadie me dijo nada, sola, sola con mis pensamientos. En fin ... a veces disfruto de cosas tan absurdas o tan importantes como estas.

Me voy a sentar en el porche, en la mecedora menorquina que tanto me gusta, y mientras me balanceo como un cubano a la puerta de su casa, voy a empezar a pensar. Sí, a partir de ahora vuelvo a pensar, poco a poco, pero por algo se empieza ...

sábado, 25 de julio de 2009

Sopla el nordeste

Hoy hacía nordeste. Cuando sopla nordeste aquí todo el mundo habla del nordeste unas cuantas veces al día, "hace un día estupendo, pero este nordeste ... ", "en la playa no se estaba mal, pero con este nordeste ...", "llévate una chaqueta, porque con el nordeste ...", fucking nordeste ! Hoy he llegado a pensar que quizá el nordeste tenga la culpa de mi dolor de cabeza de hoy, de mi ultrapasotismo de hoy, de mi guapo subido de hoy, y eso no lo digo yo, que conste, lo dicen los demás, no sé si por animarme, por decir algo o porque de verdad lo piensan, vete tú a saber ... quizá era el vestido tan bonito que llevaba, o lo zapatos tan chulos que me puse, o mi chaqueta fetiche, esa que me vale para todo, que nunca se arruga, que sienta de maravilla, que siempre está como nueva, esa que alguna vez he prestado a alguna amiga, esa que me costó una pasta gansa y que espero no perder nunca jamás, da igual, estaba guapa, pero guapa y todo me ha costado pasar el día, con mi dolor, con mi cansancio, me da igual si es subjetivo, objetivo o mediopensionista, es mi cansancio y yo lo siento como tal, con mi mediotristeza, así he pasado el día, por la mañana en la playa, con mis hijos, con Pepe y con el nordeste y por la tarde en los toros, celebrando Santiago como es debido, en sitio privilegiado, en la nosequé de presidencia, buen sitio (gracias Javier) para ver ... los toros? los toreros? los peculiares personajes que disfrutan de ese espectáculo al que yo no acabo de coger el gusto? Pepe se empeña en explicarme, pero es que no me apetece escucharle, no me interesa, sin embargo no tengo inconveniente en acompañarle cuando me lo pide, una vez él me acompañó a un concierto de Joanna Newsom en la sala Galileo Galilei del que todavía se acuerda y me recuerda.
A la entrada el fotero del periódico regional nos ha hecho una foto que se publicará mañana, fulanito, menganito, zutanito, fulanita, menganito jr y zutanita a la puerta del coso santanderino, no sé si reírme o llorar, pero no me pareció oportuno suplicar que no quería salir en la foto, en fin ... río? lloro? mejor voy a mezclar la risa con el llanto y ya está.
Y luego cena, cena con dolor de cabeza, y mis superanalgésicos en casa (allí están bien, dicen los demás), larga cena, hemos cenado maganos de anzuelo (no me acuerdo del adjetivo que el maitre le puso a los anzuelos), estaban buenos los maganos estos de temporada, larga cena, larga teniendo en cuenta el dolor de cabeza, el cansancio subjetivo y el día de nordeste, los demás se toman un gintonic hendricks con pepino y tónica fever tree ... y seguimos hablando y hablando, y en varios momentos me he sorprendido a mí misma huyendo a Nueva Zelanda, porque ayer vi una peli en el que una chica se iba a Nueva Zelanda y me moló la idea, y me he dicho "vuelve Marta, vuelve", y he vuelto, y me he dicho, pues si tengo que volver voy a probar esta pijada de gintonic que tiene una pinta estupenda, y he probado de la copa de Pepe, y me ha gustado, y como me ha gustado ... me lo he bebido. Y ya estoy en casa, por la noche no sopla el nordeste pero me sigue doliendo la cabeza ...

Sí, tengo un pequeño problema, estoy atrapada, avanzo en espiral, pero resolveré mi problema yo sola, hay cosas que es mejor resolver uno mismo ...
No sé si antes de resolver nada me colgaré un cartel de 'cerrado por vacaciones' al cuello y me iré a Formentera, lo pensaré, mientras tanto y cuando estoy en biquini canto "Summercat" de Billie The Vision and The Dancers.
Tonight, tonight, tonight tonight, I wanna be with you tonight, tonight, tonight ...

miércoles, 22 de julio de 2009

No

Hay días ...

Hay días en que todo se ve un poco más gris de lo habitual. Hoy es uno de esos días. Me levanto haciendo un gran esfuerzo, pues últimamente no consigo descansar bien, no se por qué, pero me cuesta dormir y duermo mal, me voy al hospital a que analicen mi defectuosa sangre, yupi, hoy me toca hospital nuevo, que ilusión, aquí todo es rápido, las caras son amigas y me pinchan con una miniaguja que maltrata un poco menos mis pobres venas. Me descolocan los resultados de mis análisis que se salen de los baremos correspondientes, y hoy el nivel de INR (da igual lo que sea el INR) no estaba en su sitio, así que me he puesto de mal humor, ya sé que no pasa nada, que tiene solución, bla, bla, bla, pero me fastidia, qué le vamos a hacer. Así que me he enfadado conmigo misma, con el mundo que me rodea, he cogido mis libros y mi música y me he tirado de cabeza a la cama, y aquí estoy, viendo cómo llueve, escuchando un disco que me ha grabado Dani (gracias Dani), aporreando las teclas de este portátil al que la batería le dura menos de cinco minutos, y cabreándome por momentos con unas cosas y otras.

Hay días en que es mejor dejarlo todo, intentar pensar en otras cosas, ¿qué cosas?. 'Piensa en otra cosa' te aconsejan los demás cuando estás preocupada por algo, ¡cómo si fuera tan fácil! No sé.
Y cuando lo que te pasa no lo puedes comprtir con los demás, porque no, porque no te entenderían, porque no le interesa a nadie, porque hay cosas que es mejor no compartirlas cuando ni tú misma las comprendes ... Hoy es un día de desilusiones, de decepciones, de baches. Hoy es uno de esos días en los que se me apaga la sonrisa. Hoy es uno de esos días en los que no hago nada por sentirme un poco mejor, porque no.
Hoy no me puedo expresar como me gustaría...
Hoy no es mi día.

martes, 21 de julio de 2009

En el norte

Creo que tengo que volver a la isla. Cuando me fuí no tenía claro si iba a encontrarme a perderme o a qué porras iba. Volví relajada, morena y muy contenta. Ahora sigo relajada, morena, muy contenta, muy perdida, muy despistada, muy cansada, un poco aturdida, bastante confusa, sigo sin saber si tomar rumbo norte o sur, es decir, exactamente igual que antes de irme, excepto por lo del moreno.
Así que creo que tengo que volver pronto, y como últimamente hago lo que me apetece porque sí y sin darle muchas vueltas al asunto pues ... ya tengo billete de avión destino Menorca. Un sms de Spanair ofreciéndome un 25% de descuento para mí y para un acompañante me animaba a utilizar sus servicios este verano, y como a mí no hace falta que me animen mucho cuando se trata de tomar un avión, pues ... me voy otra vez. Esta vez quizá sí me encuentre, o quizá me acabe de perder del todo y se me considere oficialmente perdida ¡quien sabe!
Allí me espera mi hermano, con un coche nuevo, un proyecto de casa nuevo, casi un proyecto de vida nuevo, ya no está Blanca, ya no está la bici orbea (se la llevaron contra su voluntad, aunque ella se agarraba con todas sus fuerzas a una farola del paseo marítimo), me espera mi nueva bici, y como siempre me siguen esperando mis calas favoritas, mis rincones favoritos, mis paseos favoritos ...
De momento me reciclo en el norte, con sus días de sol y sus días de nubes, con sus días de calor y sus noches de chaquetas. Ni yo misma me lo creo, pero el otro día estuve en una romería. No sé cuántos años hacía que no pisaba una romería, es que las romerías me dan pena, el pito y el tambor me recuerda a los Bosio y Martín de mi infancia y no lo puedo soportar, y eso que cuando era una niña me pasaba todo el año esperando las fiestas patronales del año siguiente, pero ahora no sé que me pasa con las malditas fiestas que no puedo con ellas, me dan una pena que me muero, como las bodas y los vestidos de madrina, y las ferias, con esas músicas y esa gente, ains ...
Pero el domingo no sé lo que me pasó que me ví envuelta en una nube de niños y ruidos y cuando me quise dar cuenta estaba en plenas fiestas de San Elías en Soña, supongo que a nadie le importa dónde está Soña, pero por si acaso diré que está cerca de Polanco. Si alguien no sabe dónde está Polanco y le interesa, que lo busque en google, pero aviso que da igual, aunque sea el pueblo natal del famoso escritor costumbrista montañes José María de Pereda, no se pierde nada. En cualquier caso, no está mal eso de tener un vecino ilustre, aunque sus libros fuesen un auténtico peñazo, buf, voy a dejarlo porque acabaré metiéndome en líos.
El caso es que el domingo me tomé una cerveza sin alcohol para celebrar San Elías, codo con codo con el pito y el tambor, y sobreviví. Creo que últimamente vivo un poco anestesiada, deben ser estos medicamentos de colores que me tomo, que hacen posible cosas tan insólitas como éstas.
Ví a gente que hace quizá veinticinco años que no veía, me planté una sonrisa en la cara que significaba 'sí soy yo pero ni se os ocurra acercaros a mí', lo de beberme una cerveza pase, pero lo de hablar, no. Fue una situación extraña, dos familias de "veraneantes madrileños" (todo un clásico en los pueblos del norte) compartían fiesta con la gente del pueblo, tan auténtica y tan de pueblo como yo les recordaba, y nada de sonrisas raras, me parece genial que la gente de pueblo sea gente de pueblo hasta la médula, y la gente de ciudad, pues de ciudad, tan de Carabanchel como Manolito Gafotas ... no cómo yo, que desde pequeña era de pueblo y de ciudad a la vez, que lo mismo estaba subida a un árbol que en una fiesta de las de invitación formal, que podía estar una hora decidiendo si dormía en Santander o en Polanco, y al final nunca estaba contenta con mi decisión, que no sabía de dónde venía ni a donde iba, que sólo estaba feliz mientras iba y venía, que cuando llegaba ya me quería ir, que cuando me iba ya quería volver, yo, que me daba miedo echar raíces, que fui incapaz de comprarme un apartamento en Madrid con todo el dinero que ganaba porque me parecía la mayor barbaridad del mundo, lo de comprar una vivienda digo, no lo de ganar mucho dinero, yo, que no sabía dónde iba a acabar viviendo, si en este continente o en el otro, yo que me gastaba el 'dinero de la hipoteca' en billetes de avión ... yo, la misma que el domingo, en las fiestas de San Elías, mientras veía correr a mis hijos, esos que brillan con luz propia, intentaba mantener una conversación coherente a pesar del maldito pito y del maldito tambor y a pesar de que mis pensamientos se empeñan en vagar libres cuando me toca "socializarme". Y los demás parecían felices. Me encanta que la gente sea feliz, o que lo parezca.

Y seguiría contando cosas sin importancia, pero he tenido que hacer una pausa para ir al centro de salud por tercera vez desde que llegamos aquí (a Bruno se le abrieron los puntos que la pusieron ayer en la playa después de cortarse un pie con un cristal escondido en la arena), así que ya se me ha cortado el rollo y me voy a dedicar a otras cosas. Este año nos hemos librado de la visita al Canal Salat de Ciutadella, pero parece que en esta tierra estamos cogiendo carrerilla a base de heridas de todo tipo. En cualquier caso ... las heridas cicatrizan, unas y otras.

lunes, 13 de julio de 2009

Las horas



Vale, lo han conseguido. Entre los dos me han echado de mi cama, menos mal que siempre me quedará mi adorado sofá, mi querido compañero de fatigas. Nunca llegaré a un acuerdo con el aire acondicionado, es más, o me voy pronto de aquí o me llevará inevitablemente al divorcio. Señor juez, la otra parte, mi contrincante, quiere acabar conmigo a golpes de aire.
Yo no quiero que nadie muera de calor en el camino, de verdad que quiero que descanse, que duerma ... pero el verano en Madrid separa inevitablemente nuestros destinos. Mi garganta no lo soporta. El aire es mi enemigo. Me voy al norte, allí donde las mantas siempre están a mano. Me vuelvo a Menorca, allí donde la brisa marina le gana la batalla a las máquinas. Me voy de Madrid, me voy de esta ciudad a la que tanto quiero y a la que tanto odio ...

Y mientras tanto ya amaneció y no me he dado ni cuenta. Hace unos días ví amanecer en Ciutadella mientras paseaba en bicicleta junto al mar, y sí que me dí cuenta. Son las 07:00 AM. Allí nunca sé que hora es, no llevo reloj y no tengo relojes a la vista. Allí intuyo la hora según los barcos que llegan de Mallorca y Barcelona van entrando en el puerto aunque nunca llegan a su hora, así que da igual. Bruno me avisa "mamá, llega el Balearia". Allí la hora no nos importa mucho, la verdad. Allí las prisas no van con nosotros. Sólo hay una cosa que me hace correr en la isla, y es la puesta de sol. Me gusta ver la puesta de sol (soy así de cursi) en mis sitios favoritos y muchas veces no calculo y no llego a tiempo, o tengo que correr, el sol no espera ... todo un lujo, correr para ver ponerse el sol. A veces me doy prisa para llegar a desayunar al Imperi de la plaza del Borne a una hora decente, antes de que se acaben los croissants de chocolate que tanto me gustan (tengo que confesar que a pocos he llegado este verano). Por lo demás, me da igual que sea una hora que otra.
Lo mejor de todo es que ahora aprecio estas pequeñas cosas. Ahora no tengo prisa. Antes vivía corriendo, ahora no. Cuando estoy en Madrid no lo puedo evitar y tengo que seguir su ritmo, me dejo llevar por la corriente, necesito un reloj (es muy útil cuando vas de cita en cita por allí por donde los horarios tienen su importancia).

Ahora voy a llevar la contraria a los horarios y me voy a dormir, en el sofá, allí donde mando yo, sin aire acondicionado, los pingüinos los veré cuando vaya a Alaska, ¿en Alaska hay pingüinos? (por cierto, tengo un viaje pendiente a Alaska).

Retorno


Aterrizo en Madrid bruscamente contra una noche compartida con mi odiado aire acondicionado, una mañana de gestiones y papeleos y una tarde de migraña descontrolada. Parece que la cosa no empieza muy bien, pero no importa, vuelvo con reservas, en la maleta traigo montones de sonrisas, en mi piel un moreno que me anima, en mi cabeza el mismo despiste que tenía antes de irme y en mi corazón, o cerca de mi corazón ( no sé exactamente dónde), una nueva sensación.

Objetivo cumplido. Sabía que la isla me ayudaría. Sabía que en la isla estaba la respuesta. Llegué a la isla, respiré hondo, me tumbé boca arriba, miré las nubes, volví respirar otra vez, cerré los ojos y me prometí a mí misma dejar atrás todas esas cosas apuntadas en la lista que guardaba en el bolsillo trasero de mi vaquero favorito (4 all mankind). Todas no las he dejado atrás, eso es imposible, completamente imposible, si no Marta no sería Marta, y si dejo de ser yo, entonces sí que tendría un serio problema, pero vamos a dejarlo en muchas de ellas ... allí se han quedado, entre las algas que ahuyentan a los turistas de Son Saura (creo que finalmente el organismo pertinente ha decidido retirarlas de allí en contra de las recomendaciones de los poderosos ecologistas, así que ¡fuera con las algas y con mis gilipolleces! y las que no lo son tanto).

En la isla he pensado poco y he sentido mucho. En la isla he cumplido con la labor que tenía, he ayudado a quien me necesitaba, y ahora hay alguien que se siente mejor (en parte gracias a mí). En la isla he descansado. En la isla me he dejado llevar por el viento. En la isla he vivido el momento. Allí me he encontrado bien.

Lo sé, lo sé. El sitio no es importante, el sitio es lo de menos, el sitio no hace que los problemas desaparezcan, ni que se solucionen por arte de magia. Somos lo que somos independientemente del sitio en el que nos encontremos. Lo sé.
Pero ...
Me da igual, yo allí consigo estar mejor, no sé por qué, por lo que sea, da igual. Y eso es lo importante. Sé que es una especie de huída, pero no me importa huír. Lo único que quiero es encontrarme mejor, y si para eso tengo que huír, pues huyo y ya está.

He vuelto contenta, animada y con fuerzas. Sé que pronto volveré. Hay cosas que me esperan aquí que son muy buenas y que me apetece vivirlas y disfrutarlas. Los escollos trataré de evitarlos como pueda. Las dificultades trataré de afrontarlas como pueda. Mis momentos bajos los superaré (como mejor pueda).

Ahora seguiré con mis papeleos varios, arreglaré mis asuntos, pondré en orden mis cosas. Mi futuro próximo es incierto, lo veo borroso, pero no voy a pensar mucho en ello. Cuando acabe con todo esto me iré al norte (aunque no sé si debería de comprar un billete para el sur) y allí pasaré un tiempo, entre el sol y la lluvia, con las olas, con mi familia, con mis amigos, contigo también.

martes, 16 de junio de 2009

Los dibujos de Diego


Hoy he estado en la consulta de Diego. Ver a Diego me reconforta. Recordatorio : Diego = Dios. Diego me sonríe mucho. Diego me anima. Diego me explica todo lo que me pasa con mucha claridad. Diego no me oculta nada. ¡Y Diego me hace dibujos! Dibuja mis venas, coloca mi trombo, dibuja la cavernomatosis portal, y yo lo veo todo claro, y cuando visualizo mi interior lo entiendo todo mejor y cuando lo entiendo todo mejor, me siento mejor. Todo es muy raro, pero gracias a los dibujos de Diego lo entiendo.



Estos dibujos explican que no se visualiza en mi interior la vena porta extrahepática, que está sustituída por múltiples estructuras tubulares anecoicas con flujo turblento en su interior.
Además indican que las ramas portales intrahepáticas presentan un flujo hepatópeto con onda fásica (entre otras cosas). Sí, todo eso me pasa a mí. Y todo eso (entre otras cosas) me provoca un cansancio especial, diferente, como no podía ser de otra manera, porque todo lo que me pasa últimamente es especial, es diferente. Por eso, he llegado a la conclusión de que soy especial, soy diferente.
Mi cansancio de estos días no se aliva descansando. Tengo la sensación de que una fuerza extraña tira de mí desde las profundidades mientras una mano se apoya en mi cabeza haciendo fuerza hacia abajo. Queda explicado así como siento mi cansancio.

Cuando llegue al mar, me sumergeré en las cristalinas aguas de Macarella o de Son Saura o de Es Talaier, dejaré que mi mente vuele mientras mi cuerpo flota y entonces, quizá, consiga descansar. Mientras tanto voy de acá para allá, de médico en médico, tirando porque me toca (siempre caigo en la misma casilla). Mientras tanto, mantengo conversaciones con funcionarios del INSS, organismo que se ha empeñado en que yo no existo tal y como existo, porque soy especial, y diferente, y no encajo bien en los artículos y apartados de la nueva ley que rige el destino de los temporalmente incapacitados para ganarse el pan en este país. En mi empresa me han dicho que me sumerja tranquilamente en las aguas de Macarella, o de Son Saura, o de Es Talaier, que no es mi problema, que yo, aunque no lo parezca, soy normal, que los que no son normales son ellos, que no se enteran de nada, y menos de la aplicación de las nuevas leyes, así que yo me dispongo a flotar, a nadar, a navegar, a tirarme de cabeza, a dejarme llevar por la corriente o a lo que se tercie.
Y mientras tanto lleno maletas con todo lo necesario y algunas cosas no necesarias. Y mientras tanto llevo a mi hija al dentista. Y mientras tanto compro las cosas de última hora. Y mientras tanto intento descansar a ratos. Y mientras tanto intento entender mi nuevo teléfono móvil, que es mucho más listo que yo, pero al que acabaré dominando.

Soy especial, soy diferente. Me gusta ser especial y diferente. Aunque más de una vez, y de dos, he deseado ser como todo el mundo. Pero como dice mi buen amigo César, es demasiado tarde para eso.

No sólo yo

Las cosas pasan porque tienen que pasar. Voy, lo suelto, y me quedo tan ancha. En ese momento no se me ocurrió otra cosa que decir ... pero después sí. Después le dije que estuviera tranquilo, que le quería, y que le iba a ayudar. Y me sentí mejor, porque yo no sé decir "te quiero" de verdad, de verdad de la buena, de verdad de la de daría-mi-vida-por-tí. Y cuando lo dije, me sentí mejor. Y me dí cuenta de que todos los problemas no giran en torno a mí, que mientras yo me paso el tiempo entre médicos y hospitales la gente sigue viviendo y enfrentándose a sus problemas, que a la gente le pasan cosas, y algunas mucho más horribles que las mías. Y ahora me voy a olvidar un poco de mí, y esta vez sí voy a intentar hacer realmente felices a los que me rodean. Ahora hay alguien que me necesita. Ahora concentraré mis energías en que se sienta mejor. Las cosas pasan porque tienen que pasar ...

jueves, 11 de junio de 2009

Llega el verano


Es tiempo de preparar las maletas. No ha llegado el verano pero nosotros ya nos vamos. No esperamos a que acabe el colegio, a estas alturas ya hemos asistido a casi todas las representaciones de teatro musical, conciertos de guitarra, competiciones de baloncesto, y actos de fin de curso variados. La entrega de notas nos la ahorramos, hace mucho calor, las notas son buenas, mis hijos ya han aprendido todo lo que tenían que aprender. Es hora de hacer las maletas. Nos vamos.

Cargaremos el coche hasta límites casi imposibles. Cinco personas, tres bicicletas, mil trastos, maletas de todos los tamaños, bolsas de todos los colores, dos cajas de vino cosecha de mi padre con destino a la bodega de mi hermano, el perro no viene, Bambú viajará en un camión de MRW con destino a Santander.
Viajaremos hasta Barcelona escuchando buena música y cuando lleguemos a la ciudad condal embarcaremos en un buque de Transmediterránea en el que dormiremos toda la noche para llegar al puerto de Maó a primera hora de la mañana. Tras cruzar la isla llegaremos al paseo marítimo de Ciutadella, concretamente a Sa Calma, dónde descargaremos todos nuestros trastos, donde nos encontraremos con Rubén y donde nos quedaremos contemplando el mar y pensaremos bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen, ya estamos aquí.

Comienzan los días de calma, de mar, de playa, de piscina, de paseos en bici, de disfrutar de Ciutadella, llega Sant Joan (la única fiesta popular que soporto, y hasta me gusta), son días de caballos, de diversión, de gin amb limonada, llegan los días de barco, de calas, de cenas, de bocatas de sobrasada con queso, de desayunos con ensaimadas de todos los tamaños, de puestas de sol, de faros, de terrazas, de caras amigas, llegan los días de piel morena, de sonrisas, los días de salitre, llegan esos días que tanto nos gustan, que tanto me gustan, esa luz mediterránea tan brillante, ese aire tan puro ... ya falta poco

Mientras estos días visito a los médicos y preparo mis cosas, voy a cerrar los ojos y voy a intentar olvidar ...

Amigos

En el camino perdí una amiga. Una amiga con título de amiga, de esas que son amigas porque el tiempo y la vida lo ha dispuesto así, aunque muchas veces no lo sientas como tal. Pero los títulos es lo que tienen, que una vez conseguidos, se enmarcan, se cuelgan y ahí se quedan para siempre.
Pero esta vez no me vale de nada el título, en mi corazón siento que perdí una amiga. Y lo más triste de todo es que me da igual. Y cuando digo que me da igual lo digo sinceramente. La perdí, ya no la quiero y no haré nada por recuperarla. Y aquí no hay cabida para el rencor, ni para la rabia, ni para ningún sentimiento parecido.

Cuando estuve tan mal realmente no necesitaba nada más que a los médicos, a mis padres, a mi hermano, a mi marido y saber que mis hijos estaban bien, también necesitaba las llamadas diarias de Elena y agradecí de todo corazón su viaje relámpago hasta la UCI para estar conmigo. Por entonces no necesitaba más. Eso no quiere decir que no apreciara enormemente las muestras de cariño del resto de mi familia, amigos y compañeros. Sé que en los momentos más difíciles Pepe necesitó a sus amigos llenando las salas de espera de Quirón, sé que le acompañaron y le quisieron, le consolaron, le dieron ánimos y le abrazaron mientras yo luchaba por sobrevivir.

Pero yo estuve mucho tiempo en otra dimensión, yo no necesité nada de eso, al contrario, a mí me molestaba todo lo que no fuera un analgésico en vena o la presencia de mi familia. Fue pasados unos meses cuando empecé a necesitar otras cosas, y fue entonces cuando perdí a mi amiga (la del título). Ha pasado un año y medio desde entonces y no he tenido ni una llamada hasta hace poco. Le dije que resumir un año y medio de avatares en unos minutos me resultaba un poco complicado, las palabras se me convertían en hielo cuando salían de mi boca y el corazón se endurecía con cada latido. Lo más triste es que no siento pena. Lo más triste es que me da igual. Lo más triste es que no tengo ganas de más, ni de recuperar nada ... ni ganas de entenderla.

Sé que hay gente que no soporta los hospitales, ni las enfermedades, ni las desgracias ajenas. Sé que hay gente que sólo está para lo bueno, lo malo es incómodo. Lo respeto.

Ahora miro para delante. Y pienso en mis nuevos amigos. En gente que me ha dado tantas cosas. En la gente que me quiere. Y no voy a escribir nombres, porque ellos sabes quienes son. Gracias por estar ahí.

sábado, 6 de junio de 2009

Me voy

Marta, Marta, Marta, Marta ... no puedo pensar más que en Marta. Marta triste. Marta contenta. Marta animada. Marta de bajón. Marta cabreada. Marta cansada. Marta dolorida. Soy superaburrida.
Mi vida gira alrededor de mí y en un espacio muy limitado. A veces me da la sensación de estar caminando en círculos que cada vez se estrechan más. Y como no cambie la trayectoria me voy a acabar axfisiando.

Quizás antes no me ocupaba lo suficiente de mí. Quizás estaba tan ocupada con las cosas cotidianas que no me daba tiempo. Esas cosas que me parecían una pérdida de tiempo, incluído el trabajo. Porque, no me voy a engañar, siempre pensé que tenía algo más interesante que hacer que mi trabajo, ese que me reporta unos miles de euros a final de mes. Siempre le eché la culpa de casi todo a la falta de tiempo. Si tuviera tiempo ... bufff todas las cosas que haría !.
Ahora tengo tiempo, tiempo y un nivel de despiste importante. No sé por dónde empezar. Ahora pienso demasiado en mí. Casi me muero y eso me hace centrarme en mí misma de una manera excesiva. Tengo la sensación de que me merezco muchas cosas. Y todas esas cosas las quiero.
Sin embargo ...

En primer lugar está mi familia, en concreto mis hijos (me necesitan). Me ocupo de ellos. Les quiero, les cuido, les riño, les sonrío, les voy a buscar al cole, les ayudo, les leo libros, les pongo música, les aconsejo, les visto, les alimento, les peino, les prohibo, les permito, les enseño, les doy espacio ...
Después los demás (me necesitan, pero no tanto). Ellos me disfrutan y me sufren. Yo les intento dar lo mejor de mí. No siempre lo consigo.

Además tengo una obligación. El hospital y los médicos forman parte de mi nueva vida. Yo voy y ellos me sonríen, me pinchan, me meten en máquinas, me recetan, me ajustan niveles de ésto y de lo otro, me aconsejan, me animan, me miran con cara de pato, me cambian de pastillas, me vuelven a pinchar, me citan de nuevo ... y yo sigo yendo y viniendo ... Todo esto me lleva mucho tiempo.

Mi tiempo de ocio son mis libros, mis pelis, mi música y mis series ... ahora sí le puedo dedicar tiempo a todo esto.

Pierdo el tiempo con mis idas y venidas, aparco aquí, voy para alla, me atasco en este carril, me salto este semáforo. ¿Dónde voy mientras tanto? No sé. Depende.

De vez en cuando voy a Santander, o a Menorca, una vez me fuí a Valladolid (en tren).

Y ahora pienso ¿dónde quedaron los tiempos de los aeropuertos, de las prisas, de los viajes, de me-voy-ya-volveré, de los vuelos low cost que parecía que te obligaban a saltar de Londres a Roma pasando por París porque estaban tan tirados que sería una pena no pasar el fin de semana en una capital europea ?. Maletas perdidas, vuelos anulados, hoteles cutres, hoteles maravillosos, moteles, kilómetros y kilómetros de carreteras, turbulencias, jet lags ...

Me voy.
Voy a hacer la maleta.

viernes, 5 de junio de 2009

Pruebas de imágen

Algunos médicos radiólogos de esta ciudad deben pensar que soy una especie de extraterrestre camuflada de humana. Pretenden que no respire y no muera en el intento. Y además no me permiten tomar aire en los pulmones para pasar el rato mientras ellos intentan descifrar en imágenes mi complicada estructura interna (digna, en este caso sí, de un buen extraterrestre).

Pensaba que los médicos radiólogos, en general, eran bordes. Pero tras numerosas y recientes pruebas de imagen de todo tipo que han practicado en mi anatomía he tenido que cambiar de opinión. Ahora los médicos radiólogos son simpáticos. Lo sé, soy un caso raro, y eso da puntos. Lo sé, lo noto, disfrutan haciéndome ecografías de colores, fruncen el ceño, acercan los ojos a la pantalla, se llaman unos a otros, reunen a los residentes ávidos de conocimientos, flipan un rato, me pringan el abdomen de gel transparente y frío, buscan mi inexistente vena porta, yo les digo que no tengo, pero no me creen, y la siguen buscando hasta que se dan por vencidos, y eso sí, me piden que no respire, buffffff ... me preguntan qué me pasó y yo les cuento toda la película utilizando todo tipo de términos raros, como si en vez de en la Facultad de Derecho y de Periodismo hubiese pasado mi tierna juventud estudiando medicina y practicando en los hospitales de mi ciudad. Y entonces me miran con caras de todo tipo, algunos son tiernos, otros graciosos, otros me recuerdan la suerte que he tenido y otros me dicen "ya nos veremos por aquí" ... pues si ... qué remedio.

Perdida



El otro día me perdí en una canción de Wilco y no sé salir. El modo aleatorio de mi ipod me la ofreció en primera posición y ahí me quedé. Me llegó al corazón, luego se me coló en el estómago, más tarde se instaló en mi cabeza, y como no tengo bazo, creo que no la voy a poder echar de mi cuerpo, porque no la termino de procesar ... Así que creo que me quedaré con ella durante algún tiempo hasta que se deshaga o explote o yo que sé ...

Dentro de unos días me voy de aquí. Me voy a la isla, a perderme, que es lo que se hace en las islas que salen en la tele. Pensé que necesitaba encontrarme, pero creo que me voy a perder. Si alguien me encuentra que me lo diga. Si suena Wilco puede que yo esté cerca.

Pensé que había perdido una toalla de playa que desde hace 20 años me acompaña todos los veranos por esas playas de aquí y de allá. Vino de París, como los niños, en concreto de Roland Garros, cuando Nadal era un todavía un bebé. Ha ido perdiendo el color a la vez que yo he ido ganando experiencia en la vida. Ha aguantado lavadoras, secadoras, sol, salitre, arena, algas, cremas, cloro, siestas, lluvia, vientos, ha hecho de toldo, de manta, de abrigo, de paraguas, de cama, ha ido en barco y en bici, ha cruzado el Atlántico, ha llegado hasta el Pacífico, y ha vuelto, ha visto varios mares ... no voy a decir que está como nueva, no es verdad, se vé que está vieja, pero dentro de unos días se va conmigo, porque no estaba perdida, solo estaba camuflada entre el ordenado caos de mis cosas.
Siempre pienso que pierdo las cosas, pero simplemente es que muchas veces no las encuentro.
No me encuentro a mí, no encuentro mis cosas, me pierdo en las islas, a veces pierdo el tren, una vez casi pierdo un avión porque estaba perdida en mis pensamientos mientras paseaba por el aeropuerto de Charles de Gaulle, he perdido algún que otro/a amigo/a, cuando era pequeña también me perdí, y lloré, estoy enganchada a "Perdidos", hace unos años me perdí conduciendo por una autopista de acceso a Los Angeles y acabé en un barrio día-de-furia, me perdí la fiesta de fin e curso de COU porque mi padre me castigó, he perdido jugando al parchís, he perdido los nervios, la compostura, he perdido muchas cosas, alguna que otra oportunidad, alguna que otra ocasión, pero no he perdido el miedo éste que tengo bien instalado dentro de mí ... el miedo a perder ...

jueves, 4 de junio de 2009

Elegí ese sábado para llorar


Ya está. Lo conseguí. Sólo estaba esperando a que todos los que más me quieren estuviesen reunidos bajo un mismo techo para derrumbarme y hacerles sufrir un poco. Soy así. Aguanto todo y más durante no se sabe cuánto tiempo para al final estropealo todo.

Lo de estar todos bajo un mismo techo se debía a que Catalina celebraba el sábado su primera comunión. A mí no me gustan las celebraciones (en general), me dan mal rollo, me ponen mal cuerpo, me provocan tristeza (no hay cosa más triste que un vestido de madrina de boda), cuanto más se divierten los invitados más triste me pongo yo, pero bueno ... eso es otra historia, en este caso era mi hija quien celebraba algo de lo que ella estaba encantada ... así que yo por supuesto iba a disfrutar con/por ella.

Y ya que mis padres habían llegado de Santander, que Rubén había volado desde Menorca, que Pepe estaba aquí y que mis hijos pululaban arriba y abajo contentos como unas castañuelas, aproveché que una cinta blanca para el brillante pelo de Catalina no tenía el grado de blanco nuclear que yo hubiese deseado, para mirar hacia el infinito con cara de no sé muy bien qué y empezar a llorar como hace tiempo que no lo hacía.
Enseguida todos se dieron cuenta de que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza o de mi corazón o de alguna otra víscera de mi cuerpo, porque todos se quedaron mirando el lazo con cara de no entender nada para después mirarme a mí sin saber muy bien qué cara poner. Mi madre en un abrir y cerrar de ojos solucionó el tema lazo para la cabeza, y fue entonces cuando yo decidí que tenía que seguir llorando, pero esta vez con más fuerza.
No me voy a molestar en explicar que lo del lazo era lo de menos (aunque sigo pensando que el blanco no era el adecuado), bastante ridículo he hecho ya atreviéndome a confesar que lloré por una cinta para el pelo, el caso es que necesitaba/quería/no-podía-dejar-de llorar, y eso es lo que hice durante un buen rato, mientras los demás decidían qué es lo que me pasaba a la vez que me animaban y me hacían preguntas para las que no tenía respuestas.

Cuando decidí que no iba a llorar más me vestí de verde porque sí, me puse unos taconazos del copón, hice el balance de blancos con el vestido de Catalina y la cinta del pelo, le puse a Bruno una corbata de Hackett que le daba aspecto de aunténtico "Little Britton", me coloqué una sonrisa en la cara, me monté en mi coche y nos fuimos al cole.

La ceremonia fue muy bonita y emotiva, claro, con tanto niño con cara de bueno transmitiendo buen rollito durante una hora ... y yo superé la prueba en primera línea de fuego, concentrada en dominar un nudo que me iba de la garganta a la boca del estómago y sin poder quitar la mirada de la preciosa cara de Catalina, a quien el tamaño de los ojos se le había multiplicado por dos como consecuencia de su ascensión a los altares del polideportivo disfrazado de templo moderno.

Y salí de allí corriendo, repartiendo besos a quien me encontré en mi vía de salida, sonrisas al que quedaba en un ángulo más alejado de mi camino, pisando firme y decidida a acabar cuanto antes con todo. Una vez en casa, y tras una cena en el jardín, una pequeña tormenta me ayudó a desalojar al personal y poner punto final a un día de sonrisas y lágrimas.

Elegí ese sábado para decirles a todos que no me encuentro bien, que necesito llorar, que no he debido de llorar lo suficiente (aunque miles de lágrimas han caído por mi cara), para decirles que estoy perdida, que no sé lo que quiero, ni lo que necesito, ni lo que me conviene, para decirles que cuando has estado a punto de morir tu vida nunca vuelve a se la misma, que a veces no es fácil estar, para decirles que tengo miedo, que la cabeza me da muchas vueltas y que mi corazón está confundido ...

Perdón, perdón, perdón, mil veces perdón. Lo último que quiero en este mundo es hacer sufrir a las personas a las que tanto quiero, sé que su bienestar depende en gran parte de mi bienestar, quiero hacer las cosas bien, pero a veces no sé cómo, a veces no me sale ...