miércoles, 29 de julio de 2009

Santa Marta

Hoy he ido de nuevo al hospital. Hoy he ofrecido una vena de mi brazo derecho a la enfermera vampira (me mola más vampira que vampiresa, así que yo digo vampira). Lo del brazo lo decido siempre a última hora, hoy me apetecía el derecho. Hoy los resultados han sido un poco mejores, así que no estoy tan cabreada como la semana pasada. Mi hematóloga favorita me ha explicado mis análisis de la manera que me gusta a mí que me expliquen todas estas cosas, me ha descrito hasta el tamaño de mis plaquetas y de mis glóbulos rojos y me ha explicado por qué el volumen de tal y cual aumenta o disminuye cuando no tienes bazo, y a mí me encanta que me expliquen todo eso.
Y mientras desayunaba en una terraza sin vistas de la capital del Besaya he recibido una llamada de mi ex amiga, la que tiene el título de amiga enmarcado y colgado en una pared de su despacho pero a la que yo considero ex, más ex que todos mis exes juntos, y así me he enterado por segunda vez en el día de que hoy es mi santo (me enteré esta mañana por primera vez cuando Pepe me felicitó, pero como estaba muy dormida, no me enteré bien). Y aprovechando que era Santa Marta, y a pesar de que a mí los santos me dan bastante igual, antes de volver a casa engañé a Pepe para entrar en una zapatería y antes de que pudiera darse cuenta me había regalado unos zapatos que ya tenía fichados desde hace unos días, por mi santo claro. Es que me gustan tanto los zapatos ... y como era mi santo ...
Y no me conmueve en absoluto el hecho de que mi amiga me haya llamado para felicitarme por mi santo porque primero, mi santo me importa un pimiento, y segundo, me parece una excusa muy fácil y muy cómoda. En realidad lo que me hubiese gustado es que hubiera dado señales de vida durante el último año y medio, cualquier miércoles de cualquier mes, no sé, me hubiese hecho sentir mejor un "qué tal te encuentras?" que un "felicidades, feliz Santa Marta". En fin, me da igual.

El verano avanza entre playas, cenas, hamacas, siestas, libros, música, amigos ... ¿qué más puedo pedir? ya lo sé, algún concierto, pero eso aquí lo llevo un poco crudo. Bueno, si me pongo a pedir, podría pedir alguna que otra cosa más, pero como a mi me gustan las cosas difíciles de conseguir pues ni me molesto en pedirlas, si las consigo ... genial, si no ...

domingo, 26 de julio de 2009

Domingo por la mañana


Me dormí esuchando el último disco de Pajaro Sunrise y me despierto escuchando 'Revolution in my heart' de Ed Harcourt, o he dormido muy pocas horas o la batería de mi ipod dura más de lo que yo pensaba. He dormido pocas horas y mal. Me despierto con la luz que entra por las rendijas de las persianas de las cuatro ventanas sin cortinas (aquí tampoco estamos a favor de las cortinas) de esta peculiar estancia a la que no se puede llamar habitación y a la que nos referimos como pajar, porque antes, hace muchos años era un pajar.
Me despierto y miro las vigas de madera del techo, y siempre pienso lo mismo, pienso que serían estupendas para dos cosas, para colgar un columpio y para suicidarse, aquí un suicida lo tendría fácil. Obviamente ni pienso colocar un columpio ni me pienso suicidar, pero siempre pienso lo mismo. En cualquier caso, de decidirme a hacer algo colgaría un columpio. Que nadie se preocupe, la idea del suicidio no va conmigo, aunque esa maldita viga parece que anima a ello.
Me despierto con el mismo dolor de cabeza de ayer, no otro, exactamente el mismo, en el mismo sitio, con la misma intensidad, no lo suficientemene fuerte como para retirarme de la circulación, pero sí lo suficientemente molesto como para fastidiarme un poco la mañana. En fin...
Me despierto y lo primero que oigo a esta hora ya no son los pesados de mis amigos los pájaros, son los gritos de mis hijos, que no hablan sino gritan. Unas veces se pelean y gritan. Otras veces son superamigos, coleguean, se ríen a todo volumen y ¡cómo no! gritan, otras veces no se les oye, pero es entonces cuando menos tranquila puedo estar, porque si no se les oye, malo. Es mejor oírles, pero voy a ver si algún manitas de la comarca les coloca un dispositivo de control de volumen con mando a distancia, no estaría mal.

Acaba 'Revolution in my heart', bonito título, bonita canción para empezar el día. Ahora me levantaré y me pondré a recargar baterías, primero la del ipod, es fácil, enchufas y ya está, luego mi cuerpo, bueno eso no es tan fácil pero un café capuccino (sin canela) y un bollo suizo que me ha traído mi madre de Blanco (bueeeeno), pastillas varias (soy una pastillera) y en mis planes una buena ración de playa dominical (soy bastante ecológica, me recargo con energía solar) ayudarán a ello. Luego tendré que recargar mi mente (pon tu mente al sol como un buen niño gusano) y luego mi corazón (si alguien sabe como se recarga que me lo diga, mi dirección es martamaine@hotmail.com). Luego recargaré el teléfono, si encuentro el cargador, nunca sé dónde pongo el cargador ... y creo que ya no me queda nada por recargar.

Ahora reina el silencio, mi hijos se han ido vestidos de blanco ibicenco con cara de buenos. Mis padres se han ido felices con sus nietos. Pepe lee periódicos y más periódicos, Naneth no sé dónde está ... estoy sola, anda, estoy sola, me han dejado sola, sola ...
El otro día me fui a la playa sola, desde que estuve en Menorca en abril no había disfrutado de un día de playa sola, que maravilla, con mi toalla y mi música, sola, sin hablar con nadie, sola, se me olvidó comer y nadie me dijo nada, sola, sola con mis pensamientos. En fin ... a veces disfruto de cosas tan absurdas o tan importantes como estas.

Me voy a sentar en el porche, en la mecedora menorquina que tanto me gusta, y mientras me balanceo como un cubano a la puerta de su casa, voy a empezar a pensar. Sí, a partir de ahora vuelvo a pensar, poco a poco, pero por algo se empieza ...

sábado, 25 de julio de 2009

Sopla el nordeste

Hoy hacía nordeste. Cuando sopla nordeste aquí todo el mundo habla del nordeste unas cuantas veces al día, "hace un día estupendo, pero este nordeste ... ", "en la playa no se estaba mal, pero con este nordeste ...", "llévate una chaqueta, porque con el nordeste ...", fucking nordeste ! Hoy he llegado a pensar que quizá el nordeste tenga la culpa de mi dolor de cabeza de hoy, de mi ultrapasotismo de hoy, de mi guapo subido de hoy, y eso no lo digo yo, que conste, lo dicen los demás, no sé si por animarme, por decir algo o porque de verdad lo piensan, vete tú a saber ... quizá era el vestido tan bonito que llevaba, o lo zapatos tan chulos que me puse, o mi chaqueta fetiche, esa que me vale para todo, que nunca se arruga, que sienta de maravilla, que siempre está como nueva, esa que alguna vez he prestado a alguna amiga, esa que me costó una pasta gansa y que espero no perder nunca jamás, da igual, estaba guapa, pero guapa y todo me ha costado pasar el día, con mi dolor, con mi cansancio, me da igual si es subjetivo, objetivo o mediopensionista, es mi cansancio y yo lo siento como tal, con mi mediotristeza, así he pasado el día, por la mañana en la playa, con mis hijos, con Pepe y con el nordeste y por la tarde en los toros, celebrando Santiago como es debido, en sitio privilegiado, en la nosequé de presidencia, buen sitio (gracias Javier) para ver ... los toros? los toreros? los peculiares personajes que disfrutan de ese espectáculo al que yo no acabo de coger el gusto? Pepe se empeña en explicarme, pero es que no me apetece escucharle, no me interesa, sin embargo no tengo inconveniente en acompañarle cuando me lo pide, una vez él me acompañó a un concierto de Joanna Newsom en la sala Galileo Galilei del que todavía se acuerda y me recuerda.
A la entrada el fotero del periódico regional nos ha hecho una foto que se publicará mañana, fulanito, menganito, zutanito, fulanita, menganito jr y zutanita a la puerta del coso santanderino, no sé si reírme o llorar, pero no me pareció oportuno suplicar que no quería salir en la foto, en fin ... río? lloro? mejor voy a mezclar la risa con el llanto y ya está.
Y luego cena, cena con dolor de cabeza, y mis superanalgésicos en casa (allí están bien, dicen los demás), larga cena, hemos cenado maganos de anzuelo (no me acuerdo del adjetivo que el maitre le puso a los anzuelos), estaban buenos los maganos estos de temporada, larga cena, larga teniendo en cuenta el dolor de cabeza, el cansancio subjetivo y el día de nordeste, los demás se toman un gintonic hendricks con pepino y tónica fever tree ... y seguimos hablando y hablando, y en varios momentos me he sorprendido a mí misma huyendo a Nueva Zelanda, porque ayer vi una peli en el que una chica se iba a Nueva Zelanda y me moló la idea, y me he dicho "vuelve Marta, vuelve", y he vuelto, y me he dicho, pues si tengo que volver voy a probar esta pijada de gintonic que tiene una pinta estupenda, y he probado de la copa de Pepe, y me ha gustado, y como me ha gustado ... me lo he bebido. Y ya estoy en casa, por la noche no sopla el nordeste pero me sigue doliendo la cabeza ...

Sí, tengo un pequeño problema, estoy atrapada, avanzo en espiral, pero resolveré mi problema yo sola, hay cosas que es mejor resolver uno mismo ...
No sé si antes de resolver nada me colgaré un cartel de 'cerrado por vacaciones' al cuello y me iré a Formentera, lo pensaré, mientras tanto y cuando estoy en biquini canto "Summercat" de Billie The Vision and The Dancers.
Tonight, tonight, tonight tonight, I wanna be with you tonight, tonight, tonight ...

miércoles, 22 de julio de 2009

No

Hay días ...

Hay días en que todo se ve un poco más gris de lo habitual. Hoy es uno de esos días. Me levanto haciendo un gran esfuerzo, pues últimamente no consigo descansar bien, no se por qué, pero me cuesta dormir y duermo mal, me voy al hospital a que analicen mi defectuosa sangre, yupi, hoy me toca hospital nuevo, que ilusión, aquí todo es rápido, las caras son amigas y me pinchan con una miniaguja que maltrata un poco menos mis pobres venas. Me descolocan los resultados de mis análisis que se salen de los baremos correspondientes, y hoy el nivel de INR (da igual lo que sea el INR) no estaba en su sitio, así que me he puesto de mal humor, ya sé que no pasa nada, que tiene solución, bla, bla, bla, pero me fastidia, qué le vamos a hacer. Así que me he enfadado conmigo misma, con el mundo que me rodea, he cogido mis libros y mi música y me he tirado de cabeza a la cama, y aquí estoy, viendo cómo llueve, escuchando un disco que me ha grabado Dani (gracias Dani), aporreando las teclas de este portátil al que la batería le dura menos de cinco minutos, y cabreándome por momentos con unas cosas y otras.

Hay días en que es mejor dejarlo todo, intentar pensar en otras cosas, ¿qué cosas?. 'Piensa en otra cosa' te aconsejan los demás cuando estás preocupada por algo, ¡cómo si fuera tan fácil! No sé.
Y cuando lo que te pasa no lo puedes comprtir con los demás, porque no, porque no te entenderían, porque no le interesa a nadie, porque hay cosas que es mejor no compartirlas cuando ni tú misma las comprendes ... Hoy es un día de desilusiones, de decepciones, de baches. Hoy es uno de esos días en los que se me apaga la sonrisa. Hoy es uno de esos días en los que no hago nada por sentirme un poco mejor, porque no.
Hoy no me puedo expresar como me gustaría...
Hoy no es mi día.

martes, 21 de julio de 2009

En el norte

Creo que tengo que volver a la isla. Cuando me fuí no tenía claro si iba a encontrarme a perderme o a qué porras iba. Volví relajada, morena y muy contenta. Ahora sigo relajada, morena, muy contenta, muy perdida, muy despistada, muy cansada, un poco aturdida, bastante confusa, sigo sin saber si tomar rumbo norte o sur, es decir, exactamente igual que antes de irme, excepto por lo del moreno.
Así que creo que tengo que volver pronto, y como últimamente hago lo que me apetece porque sí y sin darle muchas vueltas al asunto pues ... ya tengo billete de avión destino Menorca. Un sms de Spanair ofreciéndome un 25% de descuento para mí y para un acompañante me animaba a utilizar sus servicios este verano, y como a mí no hace falta que me animen mucho cuando se trata de tomar un avión, pues ... me voy otra vez. Esta vez quizá sí me encuentre, o quizá me acabe de perder del todo y se me considere oficialmente perdida ¡quien sabe!
Allí me espera mi hermano, con un coche nuevo, un proyecto de casa nuevo, casi un proyecto de vida nuevo, ya no está Blanca, ya no está la bici orbea (se la llevaron contra su voluntad, aunque ella se agarraba con todas sus fuerzas a una farola del paseo marítimo), me espera mi nueva bici, y como siempre me siguen esperando mis calas favoritas, mis rincones favoritos, mis paseos favoritos ...
De momento me reciclo en el norte, con sus días de sol y sus días de nubes, con sus días de calor y sus noches de chaquetas. Ni yo misma me lo creo, pero el otro día estuve en una romería. No sé cuántos años hacía que no pisaba una romería, es que las romerías me dan pena, el pito y el tambor me recuerda a los Bosio y Martín de mi infancia y no lo puedo soportar, y eso que cuando era una niña me pasaba todo el año esperando las fiestas patronales del año siguiente, pero ahora no sé que me pasa con las malditas fiestas que no puedo con ellas, me dan una pena que me muero, como las bodas y los vestidos de madrina, y las ferias, con esas músicas y esa gente, ains ...
Pero el domingo no sé lo que me pasó que me ví envuelta en una nube de niños y ruidos y cuando me quise dar cuenta estaba en plenas fiestas de San Elías en Soña, supongo que a nadie le importa dónde está Soña, pero por si acaso diré que está cerca de Polanco. Si alguien no sabe dónde está Polanco y le interesa, que lo busque en google, pero aviso que da igual, aunque sea el pueblo natal del famoso escritor costumbrista montañes José María de Pereda, no se pierde nada. En cualquier caso, no está mal eso de tener un vecino ilustre, aunque sus libros fuesen un auténtico peñazo, buf, voy a dejarlo porque acabaré metiéndome en líos.
El caso es que el domingo me tomé una cerveza sin alcohol para celebrar San Elías, codo con codo con el pito y el tambor, y sobreviví. Creo que últimamente vivo un poco anestesiada, deben ser estos medicamentos de colores que me tomo, que hacen posible cosas tan insólitas como éstas.
Ví a gente que hace quizá veinticinco años que no veía, me planté una sonrisa en la cara que significaba 'sí soy yo pero ni se os ocurra acercaros a mí', lo de beberme una cerveza pase, pero lo de hablar, no. Fue una situación extraña, dos familias de "veraneantes madrileños" (todo un clásico en los pueblos del norte) compartían fiesta con la gente del pueblo, tan auténtica y tan de pueblo como yo les recordaba, y nada de sonrisas raras, me parece genial que la gente de pueblo sea gente de pueblo hasta la médula, y la gente de ciudad, pues de ciudad, tan de Carabanchel como Manolito Gafotas ... no cómo yo, que desde pequeña era de pueblo y de ciudad a la vez, que lo mismo estaba subida a un árbol que en una fiesta de las de invitación formal, que podía estar una hora decidiendo si dormía en Santander o en Polanco, y al final nunca estaba contenta con mi decisión, que no sabía de dónde venía ni a donde iba, que sólo estaba feliz mientras iba y venía, que cuando llegaba ya me quería ir, que cuando me iba ya quería volver, yo, que me daba miedo echar raíces, que fui incapaz de comprarme un apartamento en Madrid con todo el dinero que ganaba porque me parecía la mayor barbaridad del mundo, lo de comprar una vivienda digo, no lo de ganar mucho dinero, yo, que no sabía dónde iba a acabar viviendo, si en este continente o en el otro, yo que me gastaba el 'dinero de la hipoteca' en billetes de avión ... yo, la misma que el domingo, en las fiestas de San Elías, mientras veía correr a mis hijos, esos que brillan con luz propia, intentaba mantener una conversación coherente a pesar del maldito pito y del maldito tambor y a pesar de que mis pensamientos se empeñan en vagar libres cuando me toca "socializarme". Y los demás parecían felices. Me encanta que la gente sea feliz, o que lo parezca.

Y seguiría contando cosas sin importancia, pero he tenido que hacer una pausa para ir al centro de salud por tercera vez desde que llegamos aquí (a Bruno se le abrieron los puntos que la pusieron ayer en la playa después de cortarse un pie con un cristal escondido en la arena), así que ya se me ha cortado el rollo y me voy a dedicar a otras cosas. Este año nos hemos librado de la visita al Canal Salat de Ciutadella, pero parece que en esta tierra estamos cogiendo carrerilla a base de heridas de todo tipo. En cualquier caso ... las heridas cicatrizan, unas y otras.

lunes, 13 de julio de 2009

Las horas



Vale, lo han conseguido. Entre los dos me han echado de mi cama, menos mal que siempre me quedará mi adorado sofá, mi querido compañero de fatigas. Nunca llegaré a un acuerdo con el aire acondicionado, es más, o me voy pronto de aquí o me llevará inevitablemente al divorcio. Señor juez, la otra parte, mi contrincante, quiere acabar conmigo a golpes de aire.
Yo no quiero que nadie muera de calor en el camino, de verdad que quiero que descanse, que duerma ... pero el verano en Madrid separa inevitablemente nuestros destinos. Mi garganta no lo soporta. El aire es mi enemigo. Me voy al norte, allí donde las mantas siempre están a mano. Me vuelvo a Menorca, allí donde la brisa marina le gana la batalla a las máquinas. Me voy de Madrid, me voy de esta ciudad a la que tanto quiero y a la que tanto odio ...

Y mientras tanto ya amaneció y no me he dado ni cuenta. Hace unos días ví amanecer en Ciutadella mientras paseaba en bicicleta junto al mar, y sí que me dí cuenta. Son las 07:00 AM. Allí nunca sé que hora es, no llevo reloj y no tengo relojes a la vista. Allí intuyo la hora según los barcos que llegan de Mallorca y Barcelona van entrando en el puerto aunque nunca llegan a su hora, así que da igual. Bruno me avisa "mamá, llega el Balearia". Allí la hora no nos importa mucho, la verdad. Allí las prisas no van con nosotros. Sólo hay una cosa que me hace correr en la isla, y es la puesta de sol. Me gusta ver la puesta de sol (soy así de cursi) en mis sitios favoritos y muchas veces no calculo y no llego a tiempo, o tengo que correr, el sol no espera ... todo un lujo, correr para ver ponerse el sol. A veces me doy prisa para llegar a desayunar al Imperi de la plaza del Borne a una hora decente, antes de que se acaben los croissants de chocolate que tanto me gustan (tengo que confesar que a pocos he llegado este verano). Por lo demás, me da igual que sea una hora que otra.
Lo mejor de todo es que ahora aprecio estas pequeñas cosas. Ahora no tengo prisa. Antes vivía corriendo, ahora no. Cuando estoy en Madrid no lo puedo evitar y tengo que seguir su ritmo, me dejo llevar por la corriente, necesito un reloj (es muy útil cuando vas de cita en cita por allí por donde los horarios tienen su importancia).

Ahora voy a llevar la contraria a los horarios y me voy a dormir, en el sofá, allí donde mando yo, sin aire acondicionado, los pingüinos los veré cuando vaya a Alaska, ¿en Alaska hay pingüinos? (por cierto, tengo un viaje pendiente a Alaska).

Retorno


Aterrizo en Madrid bruscamente contra una noche compartida con mi odiado aire acondicionado, una mañana de gestiones y papeleos y una tarde de migraña descontrolada. Parece que la cosa no empieza muy bien, pero no importa, vuelvo con reservas, en la maleta traigo montones de sonrisas, en mi piel un moreno que me anima, en mi cabeza el mismo despiste que tenía antes de irme y en mi corazón, o cerca de mi corazón ( no sé exactamente dónde), una nueva sensación.

Objetivo cumplido. Sabía que la isla me ayudaría. Sabía que en la isla estaba la respuesta. Llegué a la isla, respiré hondo, me tumbé boca arriba, miré las nubes, volví respirar otra vez, cerré los ojos y me prometí a mí misma dejar atrás todas esas cosas apuntadas en la lista que guardaba en el bolsillo trasero de mi vaquero favorito (4 all mankind). Todas no las he dejado atrás, eso es imposible, completamente imposible, si no Marta no sería Marta, y si dejo de ser yo, entonces sí que tendría un serio problema, pero vamos a dejarlo en muchas de ellas ... allí se han quedado, entre las algas que ahuyentan a los turistas de Son Saura (creo que finalmente el organismo pertinente ha decidido retirarlas de allí en contra de las recomendaciones de los poderosos ecologistas, así que ¡fuera con las algas y con mis gilipolleces! y las que no lo son tanto).

En la isla he pensado poco y he sentido mucho. En la isla he cumplido con la labor que tenía, he ayudado a quien me necesitaba, y ahora hay alguien que se siente mejor (en parte gracias a mí). En la isla he descansado. En la isla me he dejado llevar por el viento. En la isla he vivido el momento. Allí me he encontrado bien.

Lo sé, lo sé. El sitio no es importante, el sitio es lo de menos, el sitio no hace que los problemas desaparezcan, ni que se solucionen por arte de magia. Somos lo que somos independientemente del sitio en el que nos encontremos. Lo sé.
Pero ...
Me da igual, yo allí consigo estar mejor, no sé por qué, por lo que sea, da igual. Y eso es lo importante. Sé que es una especie de huída, pero no me importa huír. Lo único que quiero es encontrarme mejor, y si para eso tengo que huír, pues huyo y ya está.

He vuelto contenta, animada y con fuerzas. Sé que pronto volveré. Hay cosas que me esperan aquí que son muy buenas y que me apetece vivirlas y disfrutarlas. Los escollos trataré de evitarlos como pueda. Las dificultades trataré de afrontarlas como pueda. Mis momentos bajos los superaré (como mejor pueda).

Ahora seguiré con mis papeleos varios, arreglaré mis asuntos, pondré en orden mis cosas. Mi futuro próximo es incierto, lo veo borroso, pero no voy a pensar mucho en ello. Cuando acabe con todo esto me iré al norte (aunque no sé si debería de comprar un billete para el sur) y allí pasaré un tiempo, entre el sol y la lluvia, con las olas, con mi familia, con mis amigos, contigo también.