martes, 23 de septiembre de 2008

Dicen que es bueno llorar

Nunca pensé en escribir en un blog, aunque siempre pensé en escribir en un folio en blanco. Pero escribir me alivia, y el folio en blanco no me dio resultado, así que cree este blog que nadie lee porque nadie sabe que existe. Si alguien lo encuentra por casualidad quiero que sepa que no pongo cuidado en la redacción ni en la puntuación y casi ni en los acentos, escribo a velocidad de vértigo y no corrijo, aí que el resultado es el que es.

Uno de mis muchísimos médicos, bueno uno de los médicos que me atienden, míos míos no son, me aconsejó escribir diariamente unas líneas, tres o trescientas, daba igual, pero dijo que me vendría bien expresar en palabras lo que siento, o contar lo que me apeteciera. Diariamente no lo consigo, pero de vez en cuando entro aquí y tecleo rápido rápido.

Un día le dije que tenía miedo a morir, que tenía miedo a que me pasara algo horrible, y me contestó que tenía que afrontar la posibilidad de que eso pudiera llegar a ocurrir, que tenía que afrontar el hecho de que mis hijos se pudieran quedar sin madre y mis padres sin hija, que tenía que afrontar la posibilidad de llegar a sentir dolor moral y físico, y que lo expresara, que llorara, que gritara ... me quedé de piedra, pensé que me ibas a decir no te preocupes no te vas a morir, nada de eso va a pasar, le dije. No, eso ya te lo dicen los demás, me contestó.

Y me pregunto cómo se puede aprender a afrontar eso, no lo se, de verdad que no lo se. Estoy perdida. Mientras tanto intento disfrutar de todo a tope, incluso de este cansancio que me lleva pegada dos días al sofá y a la cama que estoy aprovechando para ver la última temporada de las chicas Gilmore (que no me está gustando por cierto).

Ayer en el hospital me enteré de que un chico de 33 años pasa sus últimos días después de que un maldito cancer le haya hecho la puñeta durante mucho tiempo. Se casaba en octubre, y los médicos habían dicho que no llegaría a la boda. No se equivocaron, no llegará. No le conocía, sólo había coincidido con él en los pasillos y en la cafetería del hospital. Ahora estoy llorando, por él, por mí, por tanta gente ... por mí no, no quiero llorar por mí. Simplemente lloro, dicen los médicos que es bueno.

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