viernes, 17 de octubre de 2008

Mis amigos los medicamentos

Pasa el tiempo y no escribo. Unas veces porque estoy bien y hago cosas y no se me ocurre qué poner en un blog, otras veces porque estoy mal y no tengo ánimo. La verdad es que es difícil encontrar el momento.
Estoy bien y estoy mal.
Los resultados de las pruebas y análisis son buenos, buenos dentro de mis circunstancias, las cosas parecen que siguen su curso correctamente, los medicamentos van haciendo el efecto que se espera de ellos. Unos ponen en orden a los habitantes de mi médula ósea, al que se se pone rebelde le dan un palo y fuera, otros consiguen que mis pulsaciones sean bajas, que mi tensión esté baja, que mi sangre circule lentamente ... se acabaron las prisas en el interior de mi cuerpo, otros consiguen que el estómago se sienta bien, que sea amigo de lo que como, otros me ayudan a, de momento, ver la vida de color de rosa y olvidarme del "susdto de muerdte" que me dí, otros tratan de prevenir mis horribles dolores de cabeza, otros me los quitan cuando inevitablemente llegan, otros me ayudan a dormir y descansar mejor, y el último y uno de los más importantes, el que tiene el honor de tener alarma propia en mi teléfono, el que no se debe olvidar de tomar nunca, el que tendré que tomar hasta que me muera, mi compañero de viaje por muchos años (espero), tiene efectos anticoagulantes sobre mi sangre. El primer día que tomé una pastilla de éstas no pude evitar sentir una oleada de tristeza, faltó una ceremonia tipo, Marta quieres a S. como compañero en las alegrías y en las penas, no en la salud, sino en la enfermedad y hasta que la muerte os separe ? Sí, quiero. Y me la tragué con la ayuda de un sorbo de agua.
Los medicamentos se han convertido en algo muy importante en mi vida. Son mis nuevos amigos, y os puedo jurar que más amigos que alguno/a de los que hasta ahora yo consideraba buenos amigos. Y no hablo de pastillas y demás, hablo de personas de carne y hueso.

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