jueves, 30 de abril de 2009

En Menorca



Lo hice sin moverme de mi sofá. Cada vez hay más cosas que hago sin moverme de mi sofá, bueno también las puedo hacer en un sofá ajeno. Con mi portátil y desde mi sofá hago cantidad de cosas. Esta vez lo que hice fue comprar un billete de avión para Menorca a un precio razonable. No me lo pensé mucho, porque a veces si piensas mucho acabas no haciendo las cosas. Click, clak, número de tarjeta de crédito, tick, tack, ya está. Ya lo tengo. Un sms me confirma instantáneamente que acabo de adquirir un billete para tal día y tal y tal. Ya está. Me voy. Me piro a ver a m hermano a la isla.
Una vez recibido el sms me dispongo a anunciarselo a mi familia. Jooo que mooooorro yo también quiero ir (Bruno), jopeeetas mamá y yo queeeeeeeé (Catalina), joder !!! (Pepe), que bieeen (Rubén), los niños se quedan bien ????? (mi madre), cuándo te vas? (mi padre). Ya está.

Y me planté en la isla un día de viento, nubes y claros.
Y entre nubes, claros y viento (ahora del norte ahora del sur) disfruté de seis maravillosos días junto a mi hermano, el "lobo de isla", el que cree que las gaviotas nos comunican al ponerse el sol el tiempo que hará al día siguiente (bufff, las gaviotas vuelan demasiado tierra adentro, malo), el que decide si ir a playas del norte o del sur dependiendo de cómo sople el viento, el que predice posibles "rissagas" antes que el instituto metereológico correspondiente, el que entiende de estrellas y de nubes bajas y altas jajaja broma, broma (todo entre nosotros es una broma excepto lo que es serio)... y es que mi hermano en cinco años se ha convertido en parte del paisaje isleño, en bicicleta y con el idioma asimilado, se mueve por Ciutadella y alrededores como pez en el agua ... y yo detrás ...

En Menorca me siento bien, aunque tengo que reconocer que no siempre fue así. Es un sitio muy especial pero que siempre me ha removido mucho. El otro día me contaron una teoría (una de tantas) que explicaría el porqué. Porque cuando yo me rayo en Menorca, me rayo (con mayúsculas). Dicen que en la isla hay una cantidad importante de aguas subterráneas que provocan un magnetismo al que algunas personas son especialmente sensibles. Y yo debo de ser una de ellas. Pero una vez que te acoplas a la isla y dejas que el viento te lleve unos días hacia el sur y otros hacia el norte, empiezas a dominar esa extraña sensación y al final la acabas controlando. Yo ya no me rayo jajaja. Yo ahora disfruto.
Disfruto de sus maravillosas calas de aguas cristalinas, disfruto también de sus maravillosas calas cuando éstas se llenan de algas (esas algas que no se pueden retirar ni de la arena ni del agua porque la naturaleza ha decidido ponerlas allí), disfruto de su comida, de sus calles, de sus puestas de sol, de los paseos en bicicleta, de los interminables desayunos con ensaimadas y prensa local, del viento que despeja mentes y se lleva lejos ideas extrañas ...
Disfruto (y me río) de situaciones absurdas como la de ir un día al cineclub y tener que dar la media vuelta porque a la puerta del cine un hombre con gafas te dice que lo siente mucho pero que la película no ha llegado. El mismo hombre que anota tu teléfono para avisarte al día siguiente si ya disponen de la película. El mismo hombre que cumpliendo lo prometido te llama y te dice que la película ya ha llegado y que esa misma tarde podemos ir a verla (Ya me extrañaba, porque cuando íbamos hacia el cine nos hemos cruzado con el acomodador y me he dicho a mí mismo, que raro, el acomodador en dirección contraria, dice "lobo de isla").
Allí las cosas funcionan a otro ritmo. Allí tienes que cambiar el chip. Allí si no quieres ver a alguien, pues te fastidias, porque probablemente verás a ese alguien unas cinco veces al día !.

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