lunes, 13 de julio de 2009

Retorno


Aterrizo en Madrid bruscamente contra una noche compartida con mi odiado aire acondicionado, una mañana de gestiones y papeleos y una tarde de migraña descontrolada. Parece que la cosa no empieza muy bien, pero no importa, vuelvo con reservas, en la maleta traigo montones de sonrisas, en mi piel un moreno que me anima, en mi cabeza el mismo despiste que tenía antes de irme y en mi corazón, o cerca de mi corazón ( no sé exactamente dónde), una nueva sensación.

Objetivo cumplido. Sabía que la isla me ayudaría. Sabía que en la isla estaba la respuesta. Llegué a la isla, respiré hondo, me tumbé boca arriba, miré las nubes, volví respirar otra vez, cerré los ojos y me prometí a mí misma dejar atrás todas esas cosas apuntadas en la lista que guardaba en el bolsillo trasero de mi vaquero favorito (4 all mankind). Todas no las he dejado atrás, eso es imposible, completamente imposible, si no Marta no sería Marta, y si dejo de ser yo, entonces sí que tendría un serio problema, pero vamos a dejarlo en muchas de ellas ... allí se han quedado, entre las algas que ahuyentan a los turistas de Son Saura (creo que finalmente el organismo pertinente ha decidido retirarlas de allí en contra de las recomendaciones de los poderosos ecologistas, así que ¡fuera con las algas y con mis gilipolleces! y las que no lo son tanto).

En la isla he pensado poco y he sentido mucho. En la isla he cumplido con la labor que tenía, he ayudado a quien me necesitaba, y ahora hay alguien que se siente mejor (en parte gracias a mí). En la isla he descansado. En la isla me he dejado llevar por el viento. En la isla he vivido el momento. Allí me he encontrado bien.

Lo sé, lo sé. El sitio no es importante, el sitio es lo de menos, el sitio no hace que los problemas desaparezcan, ni que se solucionen por arte de magia. Somos lo que somos independientemente del sitio en el que nos encontremos. Lo sé.
Pero ...
Me da igual, yo allí consigo estar mejor, no sé por qué, por lo que sea, da igual. Y eso es lo importante. Sé que es una especie de huída, pero no me importa huír. Lo único que quiero es encontrarme mejor, y si para eso tengo que huír, pues huyo y ya está.

He vuelto contenta, animada y con fuerzas. Sé que pronto volveré. Hay cosas que me esperan aquí que son muy buenas y que me apetece vivirlas y disfrutarlas. Los escollos trataré de evitarlos como pueda. Las dificultades trataré de afrontarlas como pueda. Mis momentos bajos los superaré (como mejor pueda).

Ahora seguiré con mis papeleos varios, arreglaré mis asuntos, pondré en orden mis cosas. Mi futuro próximo es incierto, lo veo borroso, pero no voy a pensar mucho en ello. Cuando acabe con todo esto me iré al norte (aunque no sé si debería de comprar un billete para el sur) y allí pasaré un tiempo, entre el sol y la lluvia, con las olas, con mi familia, con mis amigos, contigo también.

1 comentario:

Hans dijo...

Sabia combinación, a fé: cuartillo de Mediterráneo en vena, dos cucharadas de Cantábrico (como decía un viejo profesor mío de Filosofía del Derecho, "El Cantábrico, el Mar señorial") y rematar, dentro de siete u ocho semanas, con un poquito más de Sur contundente, manzanilla fresca y gambas, gazpacho y sol, you know... ;-D