domingo, 26 de julio de 2009

Domingo por la mañana


Me dormí esuchando el último disco de Pajaro Sunrise y me despierto escuchando 'Revolution in my heart' de Ed Harcourt, o he dormido muy pocas horas o la batería de mi ipod dura más de lo que yo pensaba. He dormido pocas horas y mal. Me despierto con la luz que entra por las rendijas de las persianas de las cuatro ventanas sin cortinas (aquí tampoco estamos a favor de las cortinas) de esta peculiar estancia a la que no se puede llamar habitación y a la que nos referimos como pajar, porque antes, hace muchos años era un pajar.
Me despierto y miro las vigas de madera del techo, y siempre pienso lo mismo, pienso que serían estupendas para dos cosas, para colgar un columpio y para suicidarse, aquí un suicida lo tendría fácil. Obviamente ni pienso colocar un columpio ni me pienso suicidar, pero siempre pienso lo mismo. En cualquier caso, de decidirme a hacer algo colgaría un columpio. Que nadie se preocupe, la idea del suicidio no va conmigo, aunque esa maldita viga parece que anima a ello.
Me despierto con el mismo dolor de cabeza de ayer, no otro, exactamente el mismo, en el mismo sitio, con la misma intensidad, no lo suficientemene fuerte como para retirarme de la circulación, pero sí lo suficientemente molesto como para fastidiarme un poco la mañana. En fin...
Me despierto y lo primero que oigo a esta hora ya no son los pesados de mis amigos los pájaros, son los gritos de mis hijos, que no hablan sino gritan. Unas veces se pelean y gritan. Otras veces son superamigos, coleguean, se ríen a todo volumen y ¡cómo no! gritan, otras veces no se les oye, pero es entonces cuando menos tranquila puedo estar, porque si no se les oye, malo. Es mejor oírles, pero voy a ver si algún manitas de la comarca les coloca un dispositivo de control de volumen con mando a distancia, no estaría mal.

Acaba 'Revolution in my heart', bonito título, bonita canción para empezar el día. Ahora me levantaré y me pondré a recargar baterías, primero la del ipod, es fácil, enchufas y ya está, luego mi cuerpo, bueno eso no es tan fácil pero un café capuccino (sin canela) y un bollo suizo que me ha traído mi madre de Blanco (bueeeeno), pastillas varias (soy una pastillera) y en mis planes una buena ración de playa dominical (soy bastante ecológica, me recargo con energía solar) ayudarán a ello. Luego tendré que recargar mi mente (pon tu mente al sol como un buen niño gusano) y luego mi corazón (si alguien sabe como se recarga que me lo diga, mi dirección es martamaine@hotmail.com). Luego recargaré el teléfono, si encuentro el cargador, nunca sé dónde pongo el cargador ... y creo que ya no me queda nada por recargar.

Ahora reina el silencio, mi hijos se han ido vestidos de blanco ibicenco con cara de buenos. Mis padres se han ido felices con sus nietos. Pepe lee periódicos y más periódicos, Naneth no sé dónde está ... estoy sola, anda, estoy sola, me han dejado sola, sola ...
El otro día me fui a la playa sola, desde que estuve en Menorca en abril no había disfrutado de un día de playa sola, que maravilla, con mi toalla y mi música, sola, sin hablar con nadie, sola, se me olvidó comer y nadie me dijo nada, sola, sola con mis pensamientos. En fin ... a veces disfruto de cosas tan absurdas o tan importantes como estas.

Me voy a sentar en el porche, en la mecedora menorquina que tanto me gusta, y mientras me balanceo como un cubano a la puerta de su casa, voy a empezar a pensar. Sí, a partir de ahora vuelvo a pensar, poco a poco, pero por algo se empieza ...

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