viernes, 16 de enero de 2009

Diego

Tengo necesidad de hablar de Diego. Hace un año Diego me salvó la vida. Y tengo la necesidad de hablar de él. No voy a decir lo que todos los que le conocen saben, que es un médico excepcional, brillante, cariñoso, muy muy bueno en lo que hace ... eso ya se sabe, no lo he descubierto yo.

Diego es el mejor. Para mi Diego es Dios. Le miro y veo a Dios. Nunca le diré semejante gilipollez a él, pero le miro y veo a Dios.

Cualquiera que lea ésto dirá que cualquier otro médico hubiese hecho lo que hizo Diego. No estoy segura. Diego hizo todo lo que estaba en sus manos y más. Cuando a Pepe le dijeron los médicos intensivistas que lo sentían mucho, pero que no había nada más que hacer, cuando a Pepe se le partió el corazón en dos al escuchar las palabras de la doctora, Diego seguía haciendo, seguía intentándolo a contrarreloj, seguía allí buscando una solución, y pasó varias horas más intentándolo hasta que consiguió algo, consiguió que mi cuerpo aguantase hasta que llegara el cirujano. Diego hizo más. Diego abrazó a Pepe y le prometió que esa noche yo no iba a morir, se lo prometió, y lo tuvo que cumplir. Diego hizo lo imposible y más. Y cumplió su promesa.

Pero antes de todo esto, Diego ya me había salvado por primera vez, ya había visto esa tarde lo que me pasaba, y aunque no pensó que iba a ser tan grave como al final fue, después de explicarle a Pepe lo que tenía, después de que a Pepe se le viniera el mundo abajo en un pasillo del hospital, y antes de irse a su casa, luchó contra normas de administración hospitalaria para que "por sus cojones" yo pasara la noche en la UCI vigilada por lo que pudiera pasar, y gracias a que cuando me pasó lo que me pasó estaba en la UCI, estoy viva, porque si no, lo más seguro es que hubiera muerto en la habitación, atendida por la enfermera de turno de noche o por la enfermera de noche de turno.

No era mi día, yo no tenía que morir ese día.
Pero de una cosa sí estoy segura y es que de no ser por Diego hoy yo no estaría escribiendo ésto.
Y sigo mirando a Diego y viendo a Dios.

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